Bilbao - Los 300 metros de bajada más difíciles de su vida. Minuto y medio de tensión huyendo de tres vacas que le intentaban cornear “sin compasión”. El bilbaino Txerra Arberas no podía imaginar que su habitual entrenamiento de trail running con su perro Lur fuera a acabar siendo un auténtico encierro de San Fermín. “Pensaba que había una cámara oculta en algún sitio porque no podía creer lo que me estaba pasando”, relata a DEIA.

Todo sucedió rápido, cerca de la cima del monte Pagasarri. Los hechos ocurrieron sobre las 19.00 horas del pasado miércoles cuando el bilbaino de 43 años bajaba de la cumbre por el sendero que da acceso a la capital vizcaina. En el descenso, en medio del camino, se encontró con las tres reses, todas con su identificación en la oreja. “Una estaba pastando y las otras me miraban fijamente. Estaba solo con Lur”, relata. “A la subida también las había visto, pero como las vacas son viejas conocidas y sé que son problemáticas, Lur y yo pasamos sigilosamente para que no nos vieran”, recuerda. Pero las maniobras de despiste utilizadas en el ascenso no les sirvieron a Txerra y a su perro en la bajada. Las tres vacas estaban en medio de la carretera y había que pasar al lado de las reses para continuar. “No sé si nos estaban esperando”, dice con un toque de humor.

El deportista asegura que intentó esquivarlas y, sin que hubiese provocación alguna, las vacas se le echaron encima, acabando con él en el suelo. “De repente me vi en el suelo con las cabezas de las tres vacas encima golpeándome sin parar. No hacían más que gruñir, enfadadas”, rememora el bilbaino. “Me pilló desprevenido”, apostilla.

Arberas afirma que pudo levantarse gracias a los tirones de su perro que iba atado a su cuerpo y logró escapar de las tres vacas. Pero todo no acabó ahí. Las vacas le seguían corneando “como si fueran unos toros”. “No sabía qué hacer. Miraba atrás y veía a las vacas persiguiéndonos embravecidas. ¡Cómo corrían! No tenían intención de parar. Hubo un instante que pensé en echarme a la cuneta para huir de ellas”, asegura. “Todavía no sé cómo logramos esquivarlas. Me veía corneado. No fueron más que 300 metros en minuto y medio, pero se me hicieron eternos. No son toros, pero también tienen cuernos y si te pillan te hacen una avería”, relata.

Los golpes y embestidas de las tres reses provocaron al deportista arañazos en el brazo derecho, rasponazos y varias contusiones. Lur, el perro, también tiene quemaduras causadas por la correa con la que iba atado y de la que tiraba e intentaba huir. “Si no llega a ser por el perro no sé si habría conseguido levantarme y escapar de las tres vacas. Lo pienso y me pongo malo”, comenta. Y prosigue: “Yo hago deporte habitualmente y, además de levantarme del suelo pude escapar corriendo de las vacas, pero, ¿qué pasaría si el agredido fuera una persona mayor o una familia con niños? Eso no se puede permitir. Hay que hacer algo inmediatamente”.

Denuncias Txerra lo tuvo claro. Después de superar el susto y lograr escapar de las tres reses comenzó a denunciar su caso a través de su perfil en Facebook. Ayer, el deportista acudió al Ayuntamiento de Bilbao y a la Diputación Foral de Bizkaia, al departamento de Ganadería, para presentar las denuncias y quejarse de lo sucedido el pasado miércoles en el Pagasarri. Y es que, Txerra está convencido de que estas vacas son las causantes de, al menos, otras tres agresiones sucedidas en ese mismo punto del monte. “Se han hecho las dueñas de ese terreno. Parece que han conseguido hacerse con su txokito y no les gusta ver ahí a nadie”, relata.

El bilbaino tiene previsto volver a al Pasagarri mañana. “Las vacas no me van a parar”, cuenta. Pero eso sí, esta vez dice que lo hará mucho más atento. “Un amigo que ha subido en bicicleta me ha dicho que ahí siguen, donde las vio la semana pasada. Espero no tener que volver a correr”, cuenta. Txerra solicita que se tomen medidas urgentes para evitar que estas vacas del Pagasarri vuelvan a protagonizar nueva agresiones. “El dueño tendrá que hacerse cargo de sus animales. Si son bravas no pueden estar ahí”, concluye.