Bilbao. La justicia es el pan del pueblo, siempre está hambriento de ella. La cita ilustre podría ser tranquilamente de Miren Bernaola, la mujer que por su cuenta dio un mundo mejor a muchos de quienes le conocieron. No le hizo falta más discurso que el que le dictaba el corazón. Amasó amistades y como si sus palabras y actos llevaran levadura fueron creciendo, aumentando y siempre con un aprecio hacia su persona in crescendo.

La panadera Miren Koldobike Bernaola Ugarriza falleció el pasado día 12 a los 93 años de edad. Nació y trabajó en la calle Lersundi y murió en ella. Bilbaina de pro, ha sido "la amatxu de todos los niños y niñas del barrio, donde si tenían dinero pagaban y si alguno no tenía, no le dejaba sin nada. Toda una segunda madre, muchos fuimos ahijados suyos", valora Javier Escalada. Otra gran amiga de Miren, Arantza Arribas, le define como toda una institución en la zona en la que vivía y como militante incansable del PNV, partido al que se afilió en 1976 en la organización municipal de Abando. En todas las elecciones organizaba un lunch para casi doscientas personas del barrio en el Mesón Lersundi. Todavía en las últimas elecciones forales estuvo de apoderada/interventora en el colegio electoral. Tejía ropa para recaudar fondos para necesitados y para sus conocidos "míticos lunchs".

Y es que Mirentxu era una mujer absolutamente entregada en todo en la vida, en los buenos y malos momentos y "ponía al PNV por encima del bien y del mal", agrega Escalada. Marisín Ugarriza va más allá: "Si no ha dado la vida por el partido ha sido porque no se le ha presentado la necesidad de hacerlo. Eso no significa que no haya arriesgado y mucho por el PNV". Aran-tza, desde el batzoki de Abando, remata: "Fue supermilitante a todos los niveles".

En tiempos de la Guerra Civil, cocinó comida y la llevó a los hombres y mujeres presos en las cárceles de Bilbao. "En aquel tiempo sufrió por nacionalista vasca, pero siempre salió adelante", valora Arribas quien le define como bondadosa y calladita. A su juicio, nunca llamó la atención para nada, al tiempo que ayudaba a todo el mundo, vivía por y para los demás. Era una "persona de las que ya no quedan", concluye.

La prima de Miren, Marisín, asiente. "Vivió ayudando hasta el último día, con buen humor, fue ejemplar, era una persona que te transmitía las ganas de vivir. Fue una mujer alegre y que sabía disfrutar con lo que hacía".

aficiones musicales Bernaola era aficionada a la música, a ir a ver la orquesta, al teatro, a los toros y formó parte de la comparsa Txirlari, "fue su organizadora, dinamizadora en El Arenal", le reconocen. Soltera, no fue madre, pero "tuvo muchos ahijados en el barrio", y también niñas amadrinadas en India. Eran tan querida en el barrio que muchos vecinos coincidían en la frase: "Yo no voto al PNV: yo voto a Miren", en la que confiaban.

Ella también fue defensora del Hogar de Jubilados de Lersundi. Según cuentan sus amigos, no ponía remilgos en dirigirse a quien fuera para solicitar ayudas y por ejemplo dar servicio de "manicura, peluquería... Lo hacía por los demás. Ella no necesitaba grandes cosas. Con su sueldo y trabajo tenía suficiente".

Su entrega fue tal que también ayudó desde su panadería a los que ella misma denominaba como "mis queridos manguis", palabra políticamente incorrecta, pero para ella no lo era porque lo decía con naturalidad y les aportaba lo que necesitaban. "Les daba para comer o a cambio de que le hicieran unos recados... Todos querían a Miren. Al mismo tiempo era de darles consejos positivos, les animaba", agrega Escalada quien no quiere dejar de indicar que su madrina fue dadivosa y generosa hasta el punto de que nunca negó a nadie nada, aunque no tuviera para pagarle. Es más, aunque "tenía una agenda donde apuntaba lo que le dejaban a deber, nunca la utilizó y la tiramos por sucia, de no usarla".

Miren fue una mujer muy mendizale, hija de Juan José Bernaola, vinatero de Orozko quien tenía su despacho y almacén en la hoy rehabilitada AlhóndigaBilbao, en una de las torretas que dan a la plaza Arriquibar, en el segundo piso. Los vinos los importaba de Castilla-La Mancha. Su madre fue Flora Ugarriza, de Bilbao, quizás de ella heredó todas sus bondades. "Era una mujer totalmente abierta, dicharachera, alegre... En hemeroteca se puede encontrar una foto de cuando mataron a Joseba Goikoetxea y ella aparece compungida. Siempre se guardó el dolor para ella. Nunca lloró en público. Pero estuvo allí siempre donde hizo falta. Así como ocultaba su dolor, era la primera en exteriorizar su alegría", redondea Javi Escalada.

Miren Bernaola quedará para el recuerdo como aquella panadera de Lersundi que, como Amado Nervo, pensaba que "hay algo tan necesario como el pan de cada día, y es la paz de cada día. La paz sin la cual el mismo pan es amargo".