Portugalete. El pasado 16 de mayo fallecía en la localidad de Gorliz a la edad de 68 años, el célebre boxeador y hostelero portugalujo Luis Aisa, más conocido en el mundo popular jarrillero como el Guay, un apodo que refrenda algunas de sus señas de identidad entre las que, sus muchos amigos, destacan su pundonor, su amabilidad y su campechanía.
"Era una gran persona a la que le gustaba relacionarse con la gente. No era infrecuente cruzarte con él por el casco viejo, saludándote y haciendo su amago boxeístico tan característico", relata un hostelero de la zona de Santa María que pudo ver en acción más de una vez a Luis en el ya desaparecido frontón La Estrella de la calle San Roke de Portugalete, por el que pasó lo más granado del pugilismo de la época.
Nacido en la localidad aragonesa de Marracos, Aisa llegó a tierras portugalujas a los 23 años y ya no abandonaría su villa, pues siempre se sintió un portugalujo mas, tras conocer a Aurori Rodríguez ( la hermana de su preparador, Teo) con la que se casó y tuvo tres hijos varones: Óscar, ya fallecido, Luis Alberto e Iván.
Coronado en 1964 con el título de campeón de España de los pesos pluma, una categoría plagada de grandes nombres como Legrá, Velázquez o Hernández que lograrían llegar al entorchado europeo, Aisa comenzó su carrera a los 16 años, cuando la edad reglamentaria eran los 18, realizando sus primeros combates como aficionado, dentro de los pesos plumas.
Como aficionado realizó 35 combates (31 victorias, 2 combates perdidos y otros 2 nulos). Visto su predominio en la categoría de los plumas, pronto se pasó al profesionalismo, realizando 89 combates con tan sólo 12 derrotas. En 1964, conquista el título nacional de los plumas para no abandonarlo hasta el año 1972, fecha en la que se retira del boxeo, dejando vacante el cetro nacional correspondiente.
Dentro de su dilatada carrera Aisa vivió momentos muy duros en los que como comentan sus amigos jarrilleros "sacaba lo mejor de sí. Era un caballero que no soportaba las injusticias". Recuerdan sus habituales de Santa María y de Coscojales cómo en la barra del bar que dirigió tras dejar su vida deportiva, el Oro del Ring, colgaba una foto de un Aisa enrabietado, con los puños por delante incrédulo por la decisión de los árbitros en la pelea que le pudo aupar al cetro europeo contra el púgil británico Frankie Taylor. "Estaba ganando el combate y alguien le lanzó una moneda con la que le abrieron la ceja y empezó a brotar la sangre. El árbitro paró el combate al ver que no dejaba de sangrar, dando vencedor al inglés al que tenía contra las cuerdas", recuerdan emocionados sus amigos.
Ya fuera del cuadrilátero, abandonó el profesionalismo en 1972, Luis Aisa regentó durante varios años un bar de la calle Santa María, que siempre estuvo ligado a la familia de Aurori, y que rezumaba boxeo por los cuatro costados. Entre sus paredes se fraguó uno de los anhelos de Luis. Trasmitir a los jóvenes su pasión por este noble deporte para lo que colaboró en la fundación Portubox, club dedicado a promocionar el boxeo en los colegios.
"Era todo pundonor", destacan sus amigos que recuerdan con aprecio un divertido reto que Aisa se autoimpuso. Ganar al funicular de La Arboleda corriendo por las escaleras que ascienden en paralelo a las vías. "No lo logró ganar, pero una vez, porque los intentó varias veces, llegó a la par que el Funi a la estación. Y eso que tenía una leve cojera". Luis Aisa colgó el pasado día 16 definitivamente los guantes. Dios le ganó a los puntos.