Hoy puede ser un día grande para el deporte vizcaino. Jon Rahm, que desde hace un tiempo come en la misma mesa que lo hacen los grandes del golf mundial, tiene a tiro el Masters de Augusta. La ansiada chaqueta verde, la indumentaria más distinguida, está en la órbita del León de Barrika. En una edición del major que será recordada por las inclemencias meteorológicas, Rahm sigue con vida después de que el torneo haya sido aplazado en dos ocasiones en menos de veinticuatro horas y de que, si el cielo lo permite –los organizadores no quieren que se prolongue hasta mañana–, se decida en una jornada dominical en la que los protagonistas tienen que disputar una vuelta y media al campo.

Un auténtico maratón al que llega Rahm en segunda posición en solitario, con una tarjeta de nueve bajo el par, a cuatro golpes del líder Brooks Koepka (-13), con el juego detenido hoyo 7, en el ecuador de la tercera vuelta. Fue a las 15.15 (hora local), con un chaparrón incesante que había encharcado los greenes, cuando el juez hizo sonar la bocina que detenía la actividad. El Augusta National aguantó lo que pudo. Era justo el momento en el que Rahm olía sangre después de acumular dos golpes que no esperaba. Tenía posibilidad clara de birdie y con su rival con muchas papeletas de firmar un bogey. Pero habrá que esperar a la jornada de hoy, con 30 hoyos por delante para que Rahm haga historia.

La segunda jornada en Casa Club, la del viernes, la terminó Rahm, y buena parte de los participantes en el major más selecto, ayer por la mañana. Una tormenta, con fuerte viento, que incluso derribó varios árboles de grandes dimensiones poniendo en riesgo la integridad de los espectadores (por suerte no pasó nada grave), obligó a suspender el juego cuando el de Barrika no había terminado de completar el hoyo 9. Koepka se colocó líder provisional con un acumulado de doce bajo par y con Rahm a tres golpes. Koepka, Rahm y Viktor Hovland llegaron a la segunda vuelta compartiendo el liderato con -7, pero solo el primero pudo completar su vuelta el viernes, con unas condiciones tanto de campo como ambientales más cómodas.Y a primera hora de ayer, con una incesante lluvia, el número 1 se puso el mono de trabajo como él sabe. Parecía el invierno puro. Rebajó dos golpes en el 12 y el 15 para quedarse a uno del estadounidense, pero no acertó en el 16. A pesar de las inclemencias meteorológicas en Georgia, otro birdie en el hoyo 17 le metió de nuevo en la pelea por acabar la jornada en la cima, pero el bogey del 18 le dejó con una tarjeta de 69, a solo dos golpes del liderato en la carrera por la chaqueta verde.

Ya en el turno vespertino, con un ojo puesto en el radar meteorológico y con los paraguas como herramientas indispensables, Rahm y Koepka se enfrentaron en el partido estelar. También estaba el sorprendente Sam Bennett. El amateur estadounidense partió con -8, aunque en los dos primeros hoyos, con sendos bogeys, ya había desaparecido del foco, mientras Koepka y Rahm marcaban el mismo paso (par-birdie-par), hasta que el vizcaino falló el golpe de salida del 4, el par 3 que acaba en el ala norte del Augusta National, y bajo el aguacero enlazó otro error en el green en el 5. Dos bogeys que no desaprovechó el jugador más en forma del LIV Golf tras su reciente victoria en Orlando.

Cosa de dos

Antes de que la jornada echara el cierre antes de tiempo, Koepka la echó a la pinaza de la derecha del hoyo 7 y solo la pudo sacar al bunker. Tenía un putt comprometido para par, mientras Jon, que había jugado de forma impecable, disfrutaba de una buena ocasión de convertir el hoyo doble, embocar su segundo birdie de la tercera vuelta y recortar dos golpes. Aunque el Masters siempre deja sorpresas, parece que el duelo por la chaqueta verde será cosa de dos. Con Bennet (-6) y Cantlay, Fitzpatrick, Hovland y Morikawa (empatados a -5), Koepka y Rahm tienen cierto margen para resistir. Está por ver cuáles son las condiciones del campo y cómo golpea la lluvia y el viento.

Como farolillo rojo figura Tiger Woods (+9). El mito estadounidense, muy mermado por el físico pero que hizo historia al pasar el corte en Casa Club por vigésimo tercera vez consecutiva, aguantó como pudo la doble jornada en el Augusta National. Sus últimos hoyos fueron una auténtica tortura, aunque los aficionados no dejaron de animarle.