En la rueda de prensa del viernes fue muy obvio que los convocantes querían dibujar una proyección de futuro cargada de optimismo. Jon Uriarte y Mikel González insistieron en esa idea a pesar de que los argumentos escuchados no invitaron precisamente a compartir su previsión. Recién cubierto un ejercicio sin brillo, huérfano de logros concretos, el deseo de “darle la vuelta a la situación y recuperar la ilusión” expresado por el presidente reclama certezas, novedades, cambios que puedan elevar el nivel competitivo de un equipo que se ha revelado inoperante para rentabilizar un contexto deportivo muy favorable para los objetivos marcados por el propio club.

Uriarte comentó que aún no están definidos los objetivos de la próxima campaña. Añadió: “Necesitamos tiempo para decidir”. En parte es comprensible porque a pesar de que, según González, “la configuración de la plantilla es clara”, permanece abierta la opción de acudir al mercado. Sin embargo, aparte de la incorporación de Iñigo Ruiz de Galarreta, lo único que se sabe con certeza es la identidad de aquellos jugadores que dejan la entidad, salidas que de entrada suponen una rebaja del potencial. Aunque únicamente se considerase el adiós de Iñigo Martínez.

Quizás haya algún otro fichaje, pero de momento se ha anunciado el regreso de varios cedidos y la habitual cuota de chavales llamados a hacer la pretemporada arriba. Esto es, el grueso del plantel que Ernesto Valverde tendrá a su cargo guardará una enorme similitud con el que ha dirigido hasta la fecha. Visto su rendimiento, cuesta pensar en un salto cualitativo, más todavía si se repara en que se detecta un paulatino descenso en las prestaciones de unos cuantos hombres que hace tiempo que dejaron de ser representativos de la juventud. Son un montón los que superan los 30 años y gozan todavía de una presencia notable en las alineaciones.

La hipótesis de que a estas alturas de sus carreras vayan a adquirir una mayor fiabilidad, ser más regulares o asimilar la exigencia física que conlleva el estilo de juego del Athletic, la verdad es que requiere un esfuerzo de imaginación considerable. Al respecto de esta cuestión, resulta desconcertante que la directiva le haya realizado una proposición a Raúl García. Los mentideros aseguran que incluye una fuerte bajada en la ficha, aunque no se descarta que el navarro acabe aceptando porque, con los 37 años que celebrará el mes que viene, acaso prefiera no moverse de Bilbao en el que bien pudiera ser su último año en activo.

Escaso impacto

Valverde dejó caer que Raúl García había tomado parte en casi todos los compromisos. Así defendía la continuidad de alguien que desde agosto se ha pasado la mayor parte del tiempo sentado en el banquillo. Su media de participación por encuentro ronda los 30 minutos, pero si se descuentan los nueve en que estuvo en el once inicial (tres de ellos en Copa ante Alzira, Sestao y Eldense), la media en los 33 partidos restantes desciende a los 18 minutos.

En general, se le ha utilizado como revulsivo para enderezar resultados adversos, pero Raúl García, cuyas dotes rematadoras no se discuten, ha firmado tres goles nada más. De hecho, Guruzeta le ha ido comiendo terreno como baza en punta cuando Iñaki Williams ha actuado de extremo. La directiva aseguró que ha estado en contacto con él y aunque sugirió que estaba pendiente de la clasificación europea para plantearle la renovación, aspecto que González relativizó el otro día, llama la atención que la oferta se produjese la semana pasada.

Da la impresión de que el progresivo enrarecimiento del ambiente, por la marcha del equipo y a causa de una serie de temas (Bilbao Athletic, Iñigo Martínez…) que han generado una enorme controversia finalmente ha impulsado a los dirigentes a llamar a Raúl García, quien albergaba motivos para sentirse maltratado por la dilatada espera. Es un jugador que goza del aprecio del entorno, pero que sea “un profesional como la copa de un pino”, como enfatizó González, se antoja una razón endeble a la vista de su recorrido y del rol que le ha asignado Valverde.

Tan endeble como sostener que “ya tenemos tres buenos centrales” porque Vivian “ha dado un paso gigante” y Paredes ha intervenido en 17 citas. O justificar la ventaja “económica y deportiva” derivada de la nueva cesión de Nuñez al Celta. O resaltar que Vesga, Dani García y Herrera “están aún en edad para rendir”. O celebrar que Zarraga haya estado en el Athletic desde alevines y a la vez deslizar que no ha habido acuerdo para que siga porque existen unos límites (económicos, habrá que pensar) en cada jugador, para aludir al poseedor de la ficha más baja de la plantilla. O afirmar que el ostracismo a que el entrenador ha sometido a alguien como Vencedor (204 minutos) no puede repetirse, por lo que saldrá cedido.