Es difícil no emocionarse y sentirse identificado con este Athletic, que juega bien y bonito, es efectivo y corre por el campo como si viviera en una constante necesidad de remontar un partido que tiene cuesta arriba. Pero no le hace falta encontrarse ante una situación así para activarse y ponerse el mono de trabajo; lo hace desde el pitido inicial, mantiene su exigencia incluso cuando se adelanta en el marcador y tiene en su mano contemporizar el tempo del encuentro. Sabe hacerlo, como demostró por momentos anoche en San Mamés frente al Almería, pero vive más cómodo a ritmo de rock & roll. Tiene actores para ello y con Ernesto Valverde como maestro de ceremonias, los futbolistas rojiblancos están encontrando un escenario idóneo para sacar a relucir su mejor nivel.

Las rápidas transiciones, con muchos futbolistas implicados en ellas, cuestión esta que hace no tanto tiempo se dejaba en manos de unos pocos elegidos, muy identificados en el verde y que ocupaban, como norma, las posiciones de ataque, hacen de este un equipo temible, al menos ante equipos llamados a ocupar puestos bajos de la clasificación. Y si a eso se le suma una excelente presión en campo rival, cuestión esta que se repitió en numerosas ocasiones anoche, el resultado final del partido –marcador al margen–, estará más cerca de parecerse al del choque frente al Almería que al del encuentro ante el Espanyol, la que es hasta la fecha la única derrota cosechada por el Athletic.

Con 16 puntos de 21 posibles y un fútbol de esos que hacen afición, mención especial para la incansable grada de animación, el conjunto rojiblanco sigue asentado en la zona noble de la clasificación. Anoche se acostó tercero y mañana se levantará en la misma posición a la espera del resultado del Betis ante el Celta.

Además, de golpe y porrazo el Athletic se ha quitado también los fantasmas de su falta de gol cuando actúa como local, aquel debate que surgió después de que el equipo no viera puerta ni ante el Mallorca ni contra el Espanyol en dos de sus tres primeros encuentros en San Mamés. No se mostró especialmente preocupado por ello Valverde y el tiempo parece estar dándole la razón, una vez mas. Anoche ayudó, cierto es, que los dos primeros tiros a puerta de sus futbolistas fueran al fondo de la red, un hecho que indudablemente facilitó mucho las cosas, pero es que el Athletic pudo marcar hasta dos goles más en la efervescencia del primer cuarto de hora. Un primer tramo brillante que tuvo continuidad en los minutos posteriores, hasta llegar al descanso.

El Almería estaba totalmente desubicado, más incluso que el nutrido grupo de guiris que, con chanclas y calcetines blancos, impolutos, aguardaba, cerveza en mano, el arranque del partido a las puertas de un conocido bar de los aledaños de San Mamés. O ese aficionado al fútbol que merodeaba por las taquillas con una camiseta de la Unión Deportiva Las Palmas y una bufanda del Athletic atada a la cabeza. Dichosos los ojos.

Tras el descanso, tres cuartas partes de lo mismo. Los rojiblancos siguieron a lo suyo, guiados por un excelso Oihan Sancet y un inspiradísimo Nico Williams. La base del Athletic del futuro, pero también del presente. Dos diamantes en bruto a los que más vale atar cuanto antes. Tiene trabajo Jon Uriarte. En su mano está acertar con una decisión de calado, como lo está siendo la apuesta que realizó por Ernesto Valverde.

Para los menos incrédulos, San Mamés despidió a su equipo como a los viejos roqueros y aquel clásico: “Si te ha pillau, si te ha pillau, si te ha pillau el Athletic de Bilbao...”.

LA CIFRA

240. Iñaki Williams sigue aumentando su récord de partidos de liga disputados de manera consecutiva. Anoche, frente al Almería, el delantero del Athletic, que viene de estrenarse como internacional con la selección de Ghana, alcanzó los 240 encuentros. Lo hizo, además, anotando un gol tras un gran centro de su hermano Nico.