ÍCTIMA de la violencia machista a la que el sistema no fue capaz de salvar: Le escribo a través de usted, que por desgracia no está aquí, a tantísimas personas que hoy, 25 de noviembre, competirán por ganar el concurso de proclamas, lemas y promesas tan bien intencionadas como imposibles de cumplir. Su brutal asesinato, que acaba de ser juzgado y está pendiente de sentencia, es el ejemplo perfecto de cómo las palabras y los hechos no acaban de cuadrar. Sus numerosas y cada vez más angustiosas peticiones de auxilio se toparon con la realidad burocrática, pero también con los silencios cómplices, las miradas hacia otro lado y los encogimientos de hombros hechos. Lo tremendo es pensar que no fue ni será la última víctima de lo mismo.