- En los medios empezamos a tener un gran problema. Ya no sabemos cómo ilustrar gráficamente la diaria noticia sobre cada récord sucesivo y en bucle que alcanzará en las próximas horas el precio de la electricidad. Una bombilla, unas torretas, una subestación, unos contadores, una plancha, una lavadora, una factura con unos euros encima... Se nos agotan los recursos y lo peor es que la mandanga va para largo. Desde que empezó esta broma macabra, cada semana hemos tenido que dar cuenta, como poco, de tres registros superados. Al principio era cosa de un par de euros, pero con la carrerilla cogida, ya vamos de veinte en veinte. Anteayer el megawatio por hora se puso en 172 euros, cuando la anterior marca, de un par de días atrás, era de 152. Se da por hecho que superaremos los 200 en un parpadeo.

- ¿Y qué hacen los responsables políticos (léase Gobierno español) al respecto? Pues, hasta la fecha, liarse a tortas entre las dos siglas que lo componen, aprobar unos parchezuelos que se han demostrado tan eficaces como tratar de curar una pulmonía con pastillas Juanola y, lo más reciente, anunciar un plan de choque que-te-ca-gas. La medida estrella es tratar de enjugar el mordisco a los bolsillos de los sufridos consumidores arramplando 2.600 millones de euros de los beneficios de las eléctricas. Sonar, suena pistonudamente. Como en la fábula de Samaniego, solo queda por saber quién le va a poner el cascabel al gato. Por de pronto, las compañías aludidas ya se han revuelto y, fieles a su inveterada forma de proceder, han advertido de que pararán las nucleares y apagarán los molinos eólicos, a ver quién ríe y quién llora el último. Eso, mientras en la Bolsa sus títulos se desangraban. Adivinen quiénes volveremos a pagar los platos rotos.

- Ya que mentábamos a Samaniego unas líneas atrás, la moraleja de este cuento de terror es que hay bien poco que hacer. No nos queda otra que resignarnos y, si está en nuestra mano, vivir a dos velas y hacer como que nos creemos las explicaciones de carril sobre los motivos de la subida desbocada. Que si el gas, que si las renovables, que si las nucleares, que si el calor en verano, que si el frío en invierno... Seguro que algo tienen que ver, no voy a ser más listo que los demás, pero creo que quizá la explicación haya que buscarla también en otro lado. Por ejemplo, en los 470.000 euros de sueldo anual de (por poner un ejemplo) la presidenta de Red Eléctrica Española, Beatriz Corredor, absoluta nulidad que fue ministra del gabinete de Zapatero.