DOS meses y millones de pedaladas para sensibilizar sobre la donación de órganos. Mayo y junio han sido los meses elegidos por la pareja de Durango compuesta por Ester Garcia Urien y Javi Aguire Erdoiza para llevar a cabo el proyecto 5000 Bai! Su aventura arrancará en Trondheim (Noruega) y culminará en Santiago de Compostela. 5.200 kilómetros en bicicleta para promover e impulsar los trasplantes y visibilizar la importancia de practicar deporte antes y después de un injerto. “Mi única preocupación es que todo transcurra sin incidencias y Javi no sufra ningún problema médico”, declara Ester, con cautela.
Y es que la bici se ha convertido para Javi Aguirre en una terapia para afrontar los golpes de la vida. A él le detectaron en 1998 una enfermedad renal que mantuvo 15 años a raya, pero en 2013 sus riñones dijeron basta. “Tuve que hacer diálisis tres veces por semana en sesiones de 4-5 horas. En noviembre del 2015, llegó la ansiada llamada; había un riñón para mí”. Por eso una alforja irá prácticamente llena con la medicación que necesita, tratamiento que también irá en una mochila dentro del avión para que no se extravíe. Aguirre, que es un apasionado del ciclismo, confiesa que el deporte le ha ayudado muchísimo porque “a veces cuando sientes que no puedes más, es ese esfuerzo extra el que te enseña que lo mejor está por llegar”.
Tampoco Ester Garcia Urien lo tiene fácil. En 2010 le detectaron una enfermedad autoinmune en el hígado. “De momento está controlada pero tengo revisiones periódicas y puede que en un futuro también necesite un trasplante”, asegura esta durangarra que se ha pedido una excedencia laboral de un mes para llevar a cabo una aventura con mayúsculas para la que utilizarán el recorrido de Eurovelo, una red de caminos ciclables en Europa. En el final del trayecto, añadirán una variante y recurrirán al Camino del Norte para llegar a Santiago de Compostela. Aunque la pareja viajará sola, no descarta que algún espontáneo les acompañe. “Un amigo trasplantado de corazón ya nos ha dicho que hará con nosotros alguna etapa y mi aita, que con 80 años también anda en bici, pretende engancharnos a la altura de Irun”, declara.
Una expedición complicada que realizarán en bici de montaña y tienda de campaña, aprovechando las infraestructuras del norte de Europa, que todavía con una climatología fresquita, les obligará a ir bien pertrechados. Su hija Paule -estudiante de Antropología en Donostia- les apoya en todo sin fisuras y documentará las andanzas de estos aitas tan deportistas en redes sociales.