COINCIDIMOS con Salvia Hierro en el metro, un medio que ya no usa tan a menudo aunque antes lo hacía casi de manera compulsiva. “Vivo en Basurto e iba a Deusto a trabajar y lo cogía siempre, solo para una parada”. “Ahora voy andando, en invierno también”, dice porque ha descubierto que le despeja. En la conversación con Salvia Hierro, directora gerente de la Fundación Etorkintza se habla y mucho de lo que ha convertido en su vocación y su vida a lo largo de tres décadas, la ayuda a personas con problemas de adicción. Inmersos en la celebración de su 33º aniversario, les preocupa y ocupa especialmente el consumo de marihuana. “Hemos detectado un considerable aumento del cannabis. Es un problema importante porque no solo es fumarse un porro. Hay chavales que tienen un consumo diario y eso les limita la escolarización, las posibilidades de avanzar a nivel académico y les estanca. Nos preocupa sobre todo en ese población más de riesgo que se sitúa entre los 16 y 20 años. Parece que el cannabis es inocuo, que no tiene efectos perjudiciales, pero no es así”, asegura Hierro con conocimiento de causa ya que lleva trabajando en Etorkintza desde 1989. Acabando con leyendas urbanas, destaca además que los jóvenes consumidores no proceden precisamente de familias con problemas socioeconómicos.

A lo largo de este tiempo ha constatado que “hay una conciencia mayor sobre todo con el tabaco por sus claros efectos nocivos sobre la salud. Con el alcohol, no ocurre así. En el mundo adulto hay un consumo recreativo excesivo y causa muchos problemas. Que cualquier celebración gire en torno al alcohol no ayuda para nada”, matiza. “Somos una sociedad contradictoria con los parques infantiles al lado de la terrazas de bares”, reflexiona.

Pera combatir esta tolerancia con las drogas consideradas blandas, la fundación trabaja sobre la población en general, pero incide más entre los jóvenes. “Las sustancias han ido variando. En el 89 había un boom de heroína y de hecho Etorkintza se funda para dar solución a los grandes consumos de heroína y a la problemática relacionada con la marginación, la exclusión y el VIH. Pero en estos casi 34 años, los patrones de consumo y las sustancias han cambiado. Han surgido nuevas drogas sintéticas y el cannabis y la cocaína han adquirido una proyección que no tenían. Pero la droga más habitual es el alcohol”.

Reconoce que se ha mejorado en la comprensión del problema de la droga y en las estrategias. “Y sobre todo en que ya no se estigmatiza al consumidor y no se le considera un ser marginal. Se ha avanzado desde el concepto de vicio o de enfermedad al concepto más global de ciudadano con un problema por resolver. Aunque queda todavía mucho camino por recorrer.” Lo dice asegurando que esto es problema de todos y que poner el acento en la población joven no es la mejor estrategia cuando hay un consumo adulto muy instaurado, por ejemplo, de alcohol. “Difícilmente los chavales van a poder hacer cosas diferentes si los adultos tampoco cambiamos de hábitos”.