TE ha podido traer a leer este artículo el propio titular. Pero no dejaría de ser una paradoja que una persona como yo, con tanta presencia en redes sociales, titule esto. Sin embargo, este encabezado, responde al título del nuevo libro que acaba de publicar Jaron Lanier. Considerado por muchos el padre de la realidad virtual, hoy en día destaca por ser un crítico digital en su reflexión sobre cómo las tecnologías digitales están configurando nuestra sociedad. Especialmente en clave de cómo esta nueva economía digital está empobreciendo a la clase media y enriqueciendo a unas élites económicas.
Supongo que tendréis alguna cuenta de Facebook, Twitter, Instagram o YouTube (entre alguna otra). Pues atentos a sus 10 argumentos para que valores si quieres seguir en estas plataformas que constantemente explotan todos los datos que en ellas generas. Las cito explícitamente:
(1) Estás perdiendo tu libertad.
(2) Evita la locura de nuestra tiempo.
(3) Evita convertirte en un idiota.
(4) No contribuyas a socavar la verdad.
(5) No hagas que tus opiniones no sirvan más que para anunciarte productos y servicios.
(6) Evita que destruyan tu capacidad para la empatía.
(7) Evita que te hagan infeliz.
(8) No te ayudan a desarrollar tu dignidad económica.
(9) Están destruyendo el campo de la política y el servicio a la ciudadanía honesto.
(10) Odian tu alma.
Manipulación, negatividad, falta de dignidad, tristeza, generación de inestabilidad, etc., son todo términos que acompañan el libro de Jaron de principio a fin. Una persona que si ha vivido la evolución de Internet, desde su diseño inicial, hasta nuestros días, supongo que deberemos al menos leerlo. ¿Por qué será tan duro en su libro el bueno de Lanier?
Su tesis principal es que Internet se ha convertido en un espacio para que los grandes monopolios de nuestra era (Google, Amazon, Facebook, etc.) puedan controlarnos remotamente y así poder cambiar nuestro comportamiento. De ahí que hable tanto de la falta de libertad que han traído. Ya no tomamos decisiones de compra o de lectura de información de manera libre; ahora un algoritmo nos sugiere qué hacer. Y es tan buena la prensa que tienen estas plataformas, que todo el mundo acaba haciendo caso a estos algoritmos.
Por otro lado, también señala en varias ocasiones los ataques a la verdad que se están produciendo. Si la verdad nos hace libres, la manipulación nos hará esclavos. Una era en la que si alguien consigue viralizar un mensaje y le resulta económicamente rentable, con independencia de su veracidad, viviremos esclavos de expertos en viralización de mensajes. La era de las fake news no es más que otra consecuencia de estas redes sociales (entre otros factores) que facilitan y aceleran mucho la difusión de mensajes.
En otras partes del libro, se fija en las cuentas de resultados de estas grandes empresas. Ya hay algunas donde el modelo de ingresos se fundamenta en poder inducir comportamientos no esperados de la gente: la publicidad tan rentable de Facebook y Google, no deja de salir en prensa por la facilidad con la que manipulan y alteran comportamientos. Esta semana hemos conocido como Facebook perdía 120.000 millones de valor en un día, la mayor caída en la historia de la Bolsa. No es ilegal hacer campañas políticas con mensajes falsos, pero Facebook lo facilita. No es ilegal difundir noticias falsas. Pero sí puede provocar efectos gravísimos, desde linchamientos hasta éxodos masivos. ¿Seguiremos ayudando a que todo esto suceda?
Con toda esta problemática encima de la mesa, Jaron nos invita a reflexionar en dos vías. La primera, en clave de lo que señalaba el titular: no contribuyamos a que esto siga creciendo. La segunda, convertir Internet en un servicio libre, que fue lo que pensaron en su día soñadores como él. Libre como una biblioteca pública. Si no lo hacemos, propone convertir Internet en otro negocio más, donde haya que pagar por los servicios. Sino, seguiremos en esta trampa en la que hemos ido cayendo: no pagamos con dinero, pero sí con datos.