lA fiesta que el domingo celebrará Zeanuri en honor a San Valentín puede ser modesta, pero es tremendamente singular y está muy enraizada en la historia de la pequeña localidad vizcaina. El área de Eleizondo acogerá esta cita dominical en la que se volverá a medir la encina de La Piedad tras la correspondiente procesión, entre el alegre sonido de los txistularis y los bertsos.
Modesta, singular y entrañable. Así califican desde Zeanuri la fiesta que acoge su barriada de Eleizondo el domingo posterior a la celebración de San Valentín, en honor al santo, una tradición que incluye la medición de la encina de la Piedad y que se repite desde hace unos 60 años. “En los últimos años, a medida que fallecían nuestros mayores, la tradición fue perdiendo fuerza, hasta que en el año 2007 nos dimos cuenta que no lo podíamos dejar desaparecer”, cuentan desde la organización del festejo.
Los actos arrancarán el domingo, a las 11.30 horas, con una misa en la parroquia de Andra Mari, que se halla a escasos 50 metros de la ermita de la Piedad. Posteriormente se realizará el traslado en procesión de la imagen de San Valentín desde la parroquia a la ermita, donde permanecerá hasta el próximo año.
Pasado el mediodía se procederá al acto de medición de la encina, sita frente a la ermita. Y tras la medición y la firma del acta, la mayordoma -Ainara Ipiñazar- pasará el libro de actas y las llaves de la ermita al mayordomo de este año -Julen Llanos-, y finalmente, se repartirá entre los asistentes el barauskarria, un tentempié consistente en tocino, pamitxa y vino. Todos estos actos se desarrollarán en un ambiente animado por los txistularis del municipio arratiano y por una cita con bertsolaris.
la historia de la medición En el programa de actos de la jornada llama especialmente la atención el curioso acto de la medición de la encina. En la barriada de Eleizondo se explica que “se trata de una tradición que se remonta al año 1959, y que año tras año se ha ido repitiendo el mismo día de San Valentín o en el que se celebra la fiesta”.
Como dato curioso, la encina actual de la Piedad es un ejemplar que sustituyó a otra que se levantó en el mismo emplazamiento. Se plantó en 1958 y fue trasladada por Guillermo y Marcos, del caserío Zu-tzute, en un carro tirado por una yunta de vacas desde el monte Eleizbaso, según explica la mayordoma Ainara Ipiñazar.
Los vecinos de Eleizondo comenzaron a indagar en la tradición y encontraron datos en los cuadernos de Ceferino Lejarreta, un prestigioso tasador de montes que se ocupó de la evaluación. Se comprobó que la primera medición se realizó en 1959. Y la última de la que se tiene constancia antes de su recuperación la realizó el ya fallecido Cándido Intxaurraga. La encina medía 150 centímetros de grosor.
El árbol midió 189 centímetros el año pasado, uno más que en 2016. Estos datos se recogen en un libro de actas que abrieron los antepasados de Zeanuri para documentar esta tradición, que se recuperó en 2008. Allí volverán a dejar sus firmas este domingo el mayordomo, el secretario y la persona encargada de medir la encina, que es Igor Intxaurraga desde hace dos años.