Todas las personas, en mayor o menor medida, se pasan la gran parte del día dándole vueltas a las cosas. Este constante pensar y pensar puede ocasionar trastornos realmente graves en la población, afecciones tales como depresiones, obsesiones, ansiedad, hipocondría... Todas ellas son patologías de las que cuesta mucho salir y según indica el especialista en la materia Roberto Alcíbar, “lo primero que hay que conseguir es disminuir la actividad mental, ya que es mucho más fácil salir de un estado de sufrimiento provocado por nuestra propia mente”. Este es el objetivo último de la práctica del Mindfulness, y que según su instructor se reduce a que la mente pasa de ir saltando de un pensamiento a otro a centrarse en lo que realmente se está viviendo y experimentando en el momento concreto. En su opinión, es una manera de “darle vacaciones a nuestra mente parlanchina, momento de no comernos el tarro” y de poner nuestra atención en vivir cada momento con plenitud, saboreando la experiencia de ese momento”. Según la experta opinión de Alcíbar, “la mente es la creadora de nuestra felicidad o infelicidad. Por eso, obser

var la mente de una forma desapegada produce enormes beneficios a la salud mental y física”.

VIVIR Y MÁS VIVIR Frente al pensar y pensar, la práctica del Mindfulness invita a vivir y vivir. La idea en sí no es dejar de pensar, ni mucho menos, pero sí aprender a tomarse los pensamientos de otra manera sin quedarse enganchados a ellos. “Se trata de aprender a distanciarnos de la mente para ver las cosas con claridad”, puntualiza Alcíbar. “La clave de las prácticas Mindfulness es ayudarnos a convivir con nuestros pensamientos y emociones, pero desde una posición más despierta y atenta, dándonos cuenta de que son solo pensamientos y no dejarnos arrastrar por ellos. Estar más consciente y ser más dueños de sí en vez de estar enfrascado en nuestros pensamientos”, analiza. Según su opinión, “ese ruido constante que tenemos en la cabeza, nos impide serenarnos”. Tras exponer las ideas principales del programa se puede decir que la clave es vivir más y más el momento presente. “Esta es la práctica que nos ayuda a no identificarnos con los pensamientos, que son los que realmente nos hacen sufrir y enfermar y muchas veces los que

nos gobiernan nuestra vida”. El fin último es conseguir ser feliz y la persona que se siente feliz sabe que la felicidad está en lo que hace a cada momento, bien sea en el trabajo, en el hogar, solos o acompañados. Este es el objetivo central del mindfulness, mejorar la calidad de vida. En muchas patologías psíquicas como el estrés, la ansiedad, la depresión y las obsesiones resulta especialmente evidente el efecto contraproducente que provoca estar todo el rato pensando y pensando, o dicho de otra forma, estar todo el tiempo ensimismado en la mente. Esa misma reflexión continua puede servir incluso para perpetuar un estado de tristeza e impedir el camino de la mejoría. Pero esta situación se puede solucionar con la aplicación del programa de Atención Plena y evitar que darle tantas vueltas a los problemas y vivencias de uno se conviertan en una fuente permanente de malestar.