LAUKIZ. A punto de cumplir 86 años, Juan Artaza (Laukiz, 1931) conoce a la perfección la historia de la localidad donde nació, un municipio en el que ha vivido toda su vida y del que fue alcalde tras la dictadura franquista, en la legislatura de 1979 a 1983. Su caserío, el décimo cuarto de la localidad, cuenta con más de 700 años de antigüedad y está muy cerca del santuario de la Virgen Pura Dolorosa de Unbe. Ese lugar de peregrinación para muchos creyentes que a lo largo de los años ha vivido momentos de esplendor y bonanza, en cuanto al número de devotos se refiere. Las historias sobre las apariciones y el poder sanador del agua bendita del santuario se suceden aunque, tal y como destaca Juan, buen conocedor de todo el fenómeno “siempre ha tenido más repercusión fuera del pueblo que dentro”.

Viviendo tan cerca del santuario de la Virgen de Unbe habrá visto pasar miles de devotos durante todos estos años.

-Muchas veces los visitantes paraban junto a mi caserío preguntando la localización del santuario y yo les decía que estaba justo detrás de casa y que podían dejar, si querían, un donativo aquí.

Conocerá hasta la liturgia.

-Lo cierto es que desde casa se oye cuando rezan el rosario. Antes solía ser los sábados por la tarde. Era cuando más se escuchaba.

Desde la primera aparición, fechada en marzo de 1941, hasta ahora, la devoción por la Pura Dolorosa de Unbe no ha sido igual. ¿Cuándo fue la época de mayor esplendor?

-Sobre todo, a finales de los años 70 y 80, aunque hasta el año 2000 fue un boom, venía muchísimos peregrinos. Ahora ya no tiene tanto tirón.

Incluso hace un tiempo se contemplaron algunos proyectos de calado para impulsar el santuario y, por ende, el municipio.

-Sí, se escuchaban un montón de cosas. Creo recordar que se proyectó una basílica con capacidad para muchísimas personas y querían hacer un santuario. Hubiera sido un buen reclamo para el pueblo, sin duda. Sin embargo, la Iglesia nunca ha creído en las apariciones.

Cada año, el primer sábado de septiembre, se lleva a cabo la celebración de “la liturgia en honor a la Santísima Virgen de Unbe”.

-Hace años, ese día venía gente de toda España a Laukiz. Prueba de ello es que junto al santuario hay un aparcamiento con espacio para centenares de autobuses. Incluso se crearon negocios en la zona. Ahora ya no hay tanta afluencia.

¿Volverá a recuperar su tirón?

-Quién sabe...

¿Cómo surgió la historia de la primera aparición?

-Felisa Sistiaga vivía con su marido Boni en un caserío en el monte, en unos terrenos de la Caja de Ahorros, porque él era guarda forestal. Cuando Felisa dijo que se le había aparecido la Virgen, al principio, la gente pensaba que estaba loca, que podía ser debido a que vivía apartada en el monte... y esas cosas.

Se dice que a lo largo de los años ha habido varias apariciones más.

-Sí, pero la gente no creía. Recuerdo una vez que Felisa le puso una vela a la Virgen y se consumió a cachos, en lugar de hacerlo lentamente. En un principio decían que era un milagro pero la explicación que dio el cura del pueblo fue que se debía simplemente a que era una vela defectuosa y de mala calidad.

También cuenta la leyenda que la Virgen recorrió el camino entre un estanque y la casa de Felisa totalmente descalza.

-Dicen que en el estanque la Virgen dejó una huella. Allí se encuentra el pozo con el agua bendita donde los enfermos y los sanos han de lavarse la cara y los pies. Yo he bebido agua de ahí mil veces porque antes era un riachuelo con un pozo para uso del caserío. Siempre que iba con el camión a por leña y manzanas, bebía agua de ese pozo.

¿Por fe?

-No creo que haya ningún milagro, de lo contrario no habría hecho lo que hice.

Cuente, cuente.

-Hace muchos años, un día se fue la luz en la zona del caserío donde está ahora el santuario, y después de que los técnicos la arreglasen, la gente decía que se veía luz en la casa pese a estar deshabitada y que era imposible, que tenía que ser un milagro. Tuve que ir a las 2.00 de la mañana con el camión, porque por aquel entonces yo trabajaba en la cantera de arena de Unbe, y la gente tenía miedo de ir. Allí comprobé que tan solo era que había vuelto la luz.

¿Hay muchos vecinos de Laukiz creyentes de la Virgen?

-Creo que la devoción por la Virgen es mayor fuera del municipio que entre los vecinos. Curiosamente, tiene más fama fuera que aquí.

Y qué me dice de la superstición.

-Antes tenía vacas y solía ir a otro caserío donde había un toro que inseminaba a todas las del pueblo. Antes de ir siempre les daba agua bendita para que se quedasen preñadas y un amigo me decía: ¡Juan, pero tú estás loco! Yo le decía que no, que siempre lo hacía y funcionaba.

¡Milagro!

-Eso decían algunos.

No obstante, usted ha trabajado durante muchos años, en duras condiciones, en la cantera de Unbe manejando explosivos y nunca ha sufrido ningún percance, ¿será el agua bendita?

-Puede ser. Hacía labores de dinamitero aunque el título lo tenía mi primo, pero le daba miedo volar. Eran otros tiempos.

A pesar de la protección divina, ¿tuvo algún percance?

-Más de uno, pero la Virgen me protegió. En cambio, a un primo le cayó una piedra y le abrió la cabeza.