Palomo Linares, un adiós más de rosa que de luces
La capilla ardiente reunió a más estrellas del corazón que toreros en activo, ya que solo fue Enrique Ponce
madrid - Sebastián Palomo Linares, fallecido el lunes a los 69 años, ya es historia del toreo tras un último adiós más de rosa que de luces, con menos toreros en su capilla ardiente y más estrellas del corazón. Las figuras del toreo, tan solidarias en ocasiones, esta vez no aparecieron para decir adiós a un hombre que fue un grande de la fiesta brava. Solo Enrique Ponce, de los toreros en activo; Jaime Ostos, Ortega Cano, Curro Vázquez, el Soro, el Niño de la Capea, Espartaco o César Rincón dieron relumbrón taurino a una capilla ardiente que estuvo marcada por la presencia de otras caras destacadas de la vida social española.
Raphael, Caco Senante, Ana Obregón, Anne Igartiburu, Normal Duval y su pareja Matthias Kühn, Enrique Cerezo, Enrique Cornejo, Pedro Trapote, Marilí Coll o Elena Tablada fueron algunos de los rostros más populares que se acercaron hasta el tanatorio de Alcobendas. Todos coincidieron en destacar la calidad humana, la vitalidad, la simpatía y la raza de un torero que llevó el nombre de su pueblo natal por bandera, convirtiéndose en todo un “revolucionario” después de forjarse en la profesión a la antigua usanza, es decir, “como maletilla en las capeas y tentaderos que antes se daban en los pueblos”, como señaló Ponce.
También se echó en falta a su exmujer, Marina Danko, con la que estuvo casado 34 años, hasta 2011. Muy emocionado se mostró Raphael: “Éramos amigos de toda la vida. Una persona maravillosa, además de paisano. Nos tenemos que quedar con el coraje y lo luchador que fue hasta el final”, aseguró. Las fotografías más buscadas por los medios que se agolpaban en la puerta del tanatorio eran, precisamente, las de aquellas personalidades ajenas a lo taurino, sobre todo la del hijo de Ortega Cano, José Fernando, que entró corriendo al tanatorio para rehuir cualquier tipo de preguntas. Este afán mediático hizo que prácticamente pasara desapercibida mucha gente del toro muy allegada al desaparecido espada jienense. La casa Lozano al completo, familia de empresarios, ganaderos y apoderados, acompañaron todo el día a sus tres hijos y a su pareja, la jueza Concha Azuara, presentes en el tanatorio desde primera hora.