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Alberto Inunciaga: “Agradezco a la música en la calle todo lo que me ha dado”

Alberto Inunciaga: “Agradezco a la música en la calle todo lo que me ha dado”Oskar González

Bilbao - No conquistó la agreste calle con un revólver ni una escopeta Winchester, por mucho que su resurrección para la música llegase con un sobrenombre, Cowboy, con el que se ha labrado fama en el circuito de los bares. Tampoco le han coronado como rey de Internet, por mucho que su versión de La gozadera haya tocado el corazón de los hinchas del Athletic bajo el nombre de La leonera a través del espacio virtual. Ha logrado algo más difícil: editar un disco, Una vida entera, que acaba de ser publicado por el sello de Pedro Monje en el Chromatic City Studio, y presentarse en una cena bénéfica, a favor de los más necesitados, organizada por la ONG La Gota de Leche.

¿Cómo se le ocurrió echarse a la calle, vaquero? ¿Se puede vivir de las aceras?

-Sí, se puede. Yo era músico, conocía el oficio, pero tuve que dejarlo porque tenía que comer. Estuve 17 años callado y un día, hace cuatro años, decidí vivir de la música otra vez. Fui al Guggenheim, eché la funda de la guitarra al suelo y me puse a tocar.

¿Qué le pasó para tanto silencio?

-Me enfadé con la música. Era compositor y había tocado con grupos como Tubo de Escape o Los Espontáneos. Hicimos incluso diez bolos con La Polla Records y todo se paró. Me dije: esto es imposible.

¿No le dio vergüenza tocar en la calle?

-Vergüenza, nunca; apuro, quizás sí. Por eso fui al Guggenheim, porque por allí pasaban más turistas que conocidos. Y además, hacía muchos años que no tocaba...

La dura calle y sus miserias...

-Qué va, qué va. Yo agradezco a la música de la calle todo lo que me ha dado. Hay que tener pelotas para ir a la calle, es cierto. Pero también hay historias que te llegan...

Un ejemplo.

-Un día bajó un cliente del Domine con 20 euros y me dijo que llevaba media hora oyéndome sin darse cuenta que era un directo. Me llegó. Algunos jugadores de la NBA que vinieron con Estados Unidos se acercaron a felicitarme, gente que tocaba en el BBK Live... Cosas así.

Habrá momentos duros...

-He tocado bajo la lluvia o a 40 grados y me llevaba una piedra para sujetar la sombrilla. Es curioso lo de Hacienda. Yo cotizaba como autónomo y ponía músico callejero, pero tributaba muy poco porque lo ganado lo consideraban donativo.

Y de la calle saltó a los bares...

-Así fue. Poco a poco la gente que me oía me lo iba pidiendo: una boda por aquí, un bar por allá. La fórmula de las versiones es casi infalible.

¿Cual es el secreto?

-Hacer algo más que un chicharrillo, darle toda la calidad que uno puede al que escucha. Y poco a poco vas colando cosas tuyas.

¿Qué consejo me da señor, ahora que con veinte años quiero...?

-Para empezar, que no me llames señor... ¡Ja, ja, ja! A quien empieza con versiones le ofrezco una fórmula eficaz: Melendi para los más jóvenes y Bob Dylan para los mayores.

¿Y esa versión de cumbia, ‘La leonera’, que rula por Internet?

-La culpa fue de Iker Muniain. Conozco a la plantilla por Óscar (De Marcos...). He tocado alguna que otra vez para ellos. Un día Iker me envió un vídeo cutre y me dijo “Ya estás superando esto, Guitarras.” Y me lancé.

músico conocido por el sobrenombre alber inun o ‘cowboy’