BILBAO. Aunque cueste de imaginar, existe la posibilidad de masticar literalmente una bandera. Eso sí: una bandera hecha con la comida más significativa del país que representa. Así es el proyecto que ha presentado el Festival de Comida Internacional de Sydney para lograr una identificación entre la gastronomía y la geografía: un país, varios alimentos representativos de su dieta. El resultado es una colorida galería.