bilbao - Le gusta la interpretación, es su vocación; pero sabe que es un camino con muchas espinas y en su vida, igual que en la del resto de los mortales, hay facturas por pagar y en función de ellas, y de la credibilidad de lo que le ofrezcan, acepta el proyecto. Le gusta el mundo del guion, sabe que es un trabajo que nunca falla. A pesar de que su visión televisiva se concentra en Dora la exploradora y formatos similares -exigencias de ser madre de dos niñas pequeñas-no le está gustando nada la invasión de los políticos en los programas de entretenimiento, tampoco los debates o las tertulias “a grito pelado”.
‘Reiniciando’, curioso título. ¿Qué nos ofrece?
-Un reto, mi reto; y muy emocionante. Es el primer programa que presento en solitario. Estoy muy ilusionada y contenta. Lo que yo ofrezco es un programón.
Este espacio se decanta por las personas anónimas.
-Han sido seleccionadas muy cuidadosamente después una larga búsqueda. Estas personas tienen opiniones contrapuestas respecto a un tema. Se les pone frente a frente con sus propios prejuicios y sus contradicciones. Es curioso cómo la gente va cambiando de opinión. Me lo tomé desde el primer momento como un experimento sociológico.
A los espectadores parece gustarles más la opinión de las personas conocidas, ¿no cree?
-No sé qué decir, los más famosos son los que más hablan. Pero en Reiniciando, la cámara se da la vuelta y nos pone frente a frente con lo que opinan los ciudadanos y lo hace precisamente en un momento en el que estamos reclamando un espacio de expresión.
¿Con este programa se acerca más al mundo del periodismo?
-Mi vocación es la de actriz, para eso me formé. También es cierto que estudié Periodismo, la rama Audiovisual, pero en principio no me atraía nada.
¿Y ahora?
-Me ofrecieron hacer Caiga quien caiga y descubrí una forma de hacer periodismo diferente, me gustó mucho. Pero por lo que yo siempre he luchado es por ser actriz.
Gabilondo huele a periodismo por todos los lados, no solo por parte de su tío Iñaki; también lo es Pedro, su padre.
-Pero que ellos sean periodistas no quiere decir que tenga que convertirse en una vocación general en la familia. Yo lo que sentía por dentro era la interpretación.
¿Le ha abierto alguna puerta su apellido?
-Si el apellido Gabilondo me ha abierto alguna puerta, yo no me he enterado, no sé lo que pasa en los despachos de la gente que toma decisiones. No voy a decir que no me ha abierto puertas, ni tampoco que me las haya abierto porque no lo sé.
¿Pesa?
-Me ha causado más problemas que beneficios, después he madurado y he aprendido a pasar de todas estas cosas.
¿Qué tipo de problemas?
-El que apuntaba usted en su pregunta. Todo el mundo pensaba que se me abrían las puertas, que lo tenía más fácil y piensan que soy más lista de lo que soy.
¿No es una mujer lista?
-Soy normal. El apellido ni me ayuda ni me desayuda, tengo los mismos problemas que los demás para encontrar trabajo. La edad me ha enseñado a estar orgullosa de mi apellido. Al principio no lo estaba mucho, me molestaba más que otra cosa.
La primera mujer que estuvo al mando de ‘Caiga quien caiga’, ¿no está harta de oír siempre esa frase?
-Al principio sí me lo dijo mucha gente, pero con el paso de los años no me lo recuerdan tanto. Tampoco yo le he dado mucha importancia a la diferencia de géneros. Hace poco me preguntaron por el debate de mujeres políticas.
¿Qué le pareció?
-Una tontería. Nunca me ha parecido importante o interesante la diferenciación de géneros.
¿Echa de menos ‘CqC’ en las programaciones?
-Sí, claro que echo de menos programas de ese perfil, crítico con la política. Veo que la tele se ha llenado de política y no de una manera que a mí me guste. Quizá es mejor decir que la política se ha televisado. En los últimos años los políticos han pasado a ser personajes de la tele.
Y no le gusta, ¿no?
-Se ha convertido todo en espectáculo, una pantomima; el debate de los políticos parece la entrega de los Grammy con alfombra roja. A mí ese rollo ni me gusta ni lo entiendo; no me gusta ver en los platós contertulios a grito pelado, directores de periódicos que gritan, y piensas: “¿por qué no estás en tu periódico y trabajas?”.
Le veo muy crítica. Hasta Rajoy se ha dado una vuelta por ‘El hormiguero’.
-Pues estupendamente bien. Me he vuelto una descreída con la política. No sé qué decir, están invadiendo todos los programas.
Solo les queda ir a ‘Gran hermano’
-Que los políticos vayan a Gran hermano es cuestión de tiempo, va a pasar. Susanna Griso es una periodista que yo respeto mucho y he trabajado con ella, ha dado el primer paso; dos días con uno, dos con otro? Lo siguiente será cinco días, lo siguiente dos semanas y después llegará el momento en el que se junten todos ellos en una casa.
¿No le gusta ‘Dos días y una noche’?
-El formato me parece estupendo, pero veo a los políticos muy metidos en la tele y no sé dónde poner la raya. No sé dónde está la verdad, pero lo que está pasando ahora está lejos de cualquier verdad. No creo que ése sea el camino.
La invasión de los políticos en programas de entretenimiento funciona desde hace mucho en EE. UU.
-Parece que siempre miramos hacia Estados Unidos como referencia y que se haga allí no significa que esté bien. Me chirría ver cómo se hablan entre ellos en un debate como si aquello fuera el mercado de San Martín (Donostia).
¿Qué daría por que regresara un programa similar a ‘Caiga quien caiga’?
-Me gustaría que se crearan programas que hicieran guardia en la puerta del Congreso de los Diputados para hacer las preguntas adecuadas, ahora veo bastante servilismo.
¿Solo ahora?
-No, lo veo de toda la vida. Salvo Cristina Pardo que sobresale y pregunta con un poco de punta, el resto no lo hace; pero no porque no sepa, es porque los formatos para los que trabajan no permiten preguntas incisivas. No puede ser que pase por delante el ministro del Interior y ante determinados temas -hemos visto esta semana uno de ellos-, diga las barbaridades que quiera y los periodistas no repregunten. A mí me hierve la sangre.