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Santi Yaniz: “Desde el aire se aprecia un país desconocido”

Santi Yaniz: “Desde el aire se aprecia un país desconocido”

bilbao - Santi Yaniz presume de horas de vuelo junto a su cámara. Ahora ha recopilado una mirada distinta del país de los vascos.

Este libro nació de un accidente aéreo.

-Sí. Me llamaron del programa La mirada mágica para escribir guiones. Era un programa en el que me hubiese gustado estar desde el principio y fue fantástico que me llamasen. Un día tenía que volar Alberto Santana, pero no podía y me llamó para que fuese yo. Volamos y nos estrellamos. Era la primera vez que iba en el helicóptero del programa.

Fallecieron tres compañeros y usted sobrevivió por los pelos.

-Estuve doce días en coma y los médicos no daban nada por mí durante mucho tiempo. Después de una temporada me llamaron para ver si yo volvería al helicóptero del programa porque Alberto Santana, por ejemplo, dijo que no iba a volar más. Yo dije que sí estaba dispuesto a volar, pero no sabía si podría hacerlo. Igual me subía al helicóptero y me cagaba de miedo. En el primer vuelo pasé un cuarto de hora raro, con sensaciones encontradas, pero terminé bien.

¿Qué le gusta de esa mirada aérea?

-Un sitio que conoces de una manera convencional, de pronto cambia. Yo suelo decir que desde la cima de una montaña ves las cosas con otra dimensión, pero si estás encima de esa cima, descubres un mundo nuevo a tus pies. Hay geometrías y mil paisajes que ha creado la mano del hombre con los trabajos agrícolas. Hay una cuarta dimensión que desde abajo no puedes apreciar.

¿Es Euskal Herria más bonita vista desde el cielo?

-No diría más bonita, pero sí que es distinta. Desde el suelo vemos la presencia de las montañas. Desde el helicóptero no tienen esa prominencia. Se ven distintas. Eso pasa con todos los paisajes.

¿Disfruta más haciendo fotos desde el aire que en tierra?

-Más no, pero volar es una experiencia impresionantemente bonita. Es distinto porque haces fotos desde un cacharro que es como una cafetera que se agita, vibra y produce ruidos. A la vez, cuando vuela para ti y se desplaza a donde tú pides para dar una vuelta alrededor de una torre, es precioso. Suelo bromear con el piloto diciéndole que vamos a jugar a dónde está Wally. Veo un paisaje que es eterno visualmente y hay un puntito diminuto en el quinto pino que es una persona trabajando en la huerta. Ese es mi Wally. Me gusta buscar esa referencia humana que dignifica todo el paisaje. Es fantástica esa experiencia de negociar con el piloto, de buscar los límites al vuelo e indagar en el espacio para buscar algo que se convierta en fotografía. Es fantástica más allá de las fotos que saques.

¿Qué encontrará el lector de DEIA que adquiera su obra el domingo?

-Quisiera que se encuentre con ganas de descubrir un país diverso, magníficamente bello y que invita a mirar de una manera que no estamos acostumbrados: desde el aire. El libro nos aproxima un poco a ese país desconocido que se aprecia desde el aire. En los textos he querido aportar datos que igual son muy comunes, pero importantes para hacer una lectura del país geográfica, industrial y vitalmente.