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“Los artesanos somos como las putas: hacemos la calle”

“Los artesanos somos como las putas: hacemos la calle”Foto: Borja Guerrero

Bilbao - Uno menciona la palabra artesanía y tiene la sensación de nombrar Santimamiñe, una palabra casi prehistórica. Y, sin embargo, ahí siguen, contra viento y marea, los hombres y mujeres que dedican su habilidad y buena mano a la creación artesana. Bernat Vidal les representa como presidente desde hace veinte años de la Asociación de Artesanos del País Vasco (Arbaso). Habla del gremio entre el asombro y el juicio crítico, con pasmosa clarividencia.

¿Tiene fecha de caducidad la artesanía en la era digital?

-No. Se da la paradoja de que en la sociedad tecnológica la artesanía está viviendo un repunte. No son dos ciencias enemigas sino que el artesano ha de aprender a usarla con cabeza.

¡Repunte en tiempos de crisis!

-La crisis me recuerda a la época jipi, con los mercados en la calle. Llevamos tanto tiempo pasándolas así así que cuando ha llegado la crisis no hemos sentido mucho el cambio.

¿A qué se debe ese ‘desprecio’ artesano?

-Aquí hemos tenido una industria potente y todo lo que quedaba fuera de ella parecía que no era importante. En otras autonomías el sector artesanal tiene otro reconocimiento.

Pese a que construir un motor, por ejemplo, también tiene algo de artesano...

-Eso es. Ahí está la eterna disputa de si se usa una máquina o no para considerar algo artesano, cuando la artesanía siempre ha utilizado máquinas. Tan artesanos son algunos oficios de una fábrica como quien talla escayola en su caserío.

¿Ha faltado, quizás, un apoyo institucional?

-Han faltado muchas cosas, sí. También de la mano de los artesanos y nuestros márgenes comerciales. Pero ya lo comenté en su día; ¿por qué las instituciones no regalan artesanía...? Sería un buen empujón.

Viendo el empuje del turismo rebota la pregunta: ¿por qué?

-Es un buen planteamiento. En este país a veces nos faltan este tipo de referencias. Parece como si no se quisiera que se viese lo sucio del caserío, cuando eso también es bonito. Hemos de asumir que somos como somos. Falta identidad en el regalo y sobra globalización.

Predíqueme con un ejemplo...

-Hace no mucho di con un matrimonio en el Casco Viejo que buscaba txakoli en un supermercado. La dependienta, que tenía acento de fuera, no sabía ni qué era el txakoli.

¿Qué le falla al artesano del siglo XXI?

-La imagen, seguro. Somos como las putas: hacemos la calle. Debiéramos tener más referencias fijas a las que puedan acudir los consumidores. Pero también es cierto que algunos que lo han intentado abriendo tienda se han estrellado.

Confiese, cuando sale a la calle como artesano, ¿a quien consulta si lloverá o no: al Meteosat o a ‘El Pastor del Gorbea’, que parece más ‘artesanal’?

-Ja, ja, ja. Tengo que confesar que soy amigo de Ana Urrutia y la llamo cuando tengo mucho interés. Considere que para el artesano de hoy en día es más dañino un día de lluvia en plena feria que los centros comerciales o los chinos del todo a 100, que, al fin y al cabo, no son competencia. O no debieran serlo.

artesano y presidente de la Asociación de Artesanos del País Vasco