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“Maruri-Jatabe mantiene la esencia de lo tradicional”

“Maruri-Jatabe mantiene la esencia de lo tradicional”

Maruri-Jatabe - El Jata es un monte caprichoso que juega a desaparecer tras la fría bruma de enero. Pero está ahí. Fuerte, rotundo, repleto de historias y marcando la idiosincrasia de un Maruri-Jatabe cuyas gentes viven, sueñan y trabajan a su sombra. Y precisamente el Jata fue testigo mudo y solemne de las primeras notas que un jovencísimo Agus Barandiaran le arrancó a su soinu, a su acordeón, hace años ya. El líder del grupo Korrontzi ama a su pueblo de forma tierna y sincera. Aquí ha vivido siempre y cuando habla de esta localidad, la palabra y el sentimiento viajan irremediablemente a su niñez y al recuerdo de su aita y de su ama, Agustín y Conchi. Hoy Agus viaja por todo el mundo con su música. Y en todas partes presume de ese pueblo que le vio crecer y que mima sus raíces.

¡Cuántas veces habrá tocado el acordeón en Maruri-Jatabe!

-Infinidad. En mi casa he tocado horas y horas. Comencé con Rufino Arrola. Él estaba en Andrakas, cerca de mi casa, y mi padre me llevaba los domingos a verle tocar a su bar. La gente me decía ¡qué bien vives en el mundo de la música! Pero yo me acuerdo que cuando era pequeño, en fiestas de Maruri-Jatabe yo veía las verbenas de San Lorenzo desde mi casa. No salía porque estaba ensayando. Y la primera vez que toqué en Maruri-Jatabe delante de la gente fue con el grupo Intxurtxu, de Gatika, en unos Sanlorenzos, en la plaza de la iglesia.

Y la primera vez que tocó con Korrontzi en el pueblo fue hace poco más de un año?

-Sí. En el Kultur Kirol. Me llamó el alcalde y me dijo que ya me valía, que estaba tocando por todo el mundo y que no había tocado en mi pueblo. Dimos un concierto y fue muy emocionante: toqué aquí en noviembre y mi padre había fallecido en marzo, y el año anterior murió mi madre. Por dos años ellos no me vieron tocar con Korrontzi en mi pueblo, en su pueblo. Fue emocionante porque me acordaba sobre todo de los que faltaban.

Maruri-Jatabe a pesar del paso del tiempo sigue siendo verde, monte.

-Es un pueblo que siempre ha vivido del campo. Mis padres se dedicaban a la huerta y al ganado y yo les ayudaba. Ahora hay mucha gente que ha venido de Bilbao, pero el pueblo sigue manteniendo esa esencia y no es extraño ver a un aldeano cortando la hierba. Eso es bonito. Además mantiene esa relación con el euskera porque vayas donde vayas, prácticamente todo el mundo lo habla.

¿Es inspirador el pueblo de uno a la hora de componer música?

-Yo para componer mi música me inspiro mucho en el pueblo. Tengo canciones que son nombres de caseríos de aquí. Está Asteinza, que era el caserío de mis padres, o Bustinzuri, que es otro baserri que se ve desde mi ventana. Les he compuesto canciones porque para mí la raíz es eso, es el pueblo, es de dónde vienes.

¿Cuáles son las ventajas de un pueblo pequeño?

-Vives una vida mucho más tranquila, conoces a la mayoría de los vecinos, la gente te saluda, te pita? Todos somos conocidos. Que eso se mantenga, que conozcas al alcalde, a la técnica de Cultura, al cura o al del bar, es bonito, y en las ciudades grandes no pasa. Desde que hicieron la autovía hasta Mungia ha venido mucha gente. Y esa gente trae inversión y movimiento al pueblo, lo cual está muy bien. En los últimos años hemos ganado servicios, como las piscinas, el Kultur Kirol... Pero es bonito mantener la raíz. La gente de Maruri-Jatabe es gente muy abierta, acoge bien a los que vienen de fuera y somos una gente peculiar en el sentido de que tratamos de conservar nuestras raíces.

También tendrá sus desventajas.

-Cuando era niño estudiaba en Gatika y llegar hasta allí era un mundo. Porque aquí, si no tienes un coche, no puedes vivir. Ahora sí que es cierto que hay un servicio de autobús que va a Urduliz, Plentzia, Mungia... Nos conecta muy bien, pero hasta hace unos años era imposible. O tenías coche, o nada.

¿A qué jugaba cuando era niño?

-Sobre todo a imitar a mi padre, que iba con el tractor, andaba con la azada? Mi padre ha sido para mí el norte y yo seguía ese norte y trataba de hacer lo que él hiciera. Jugaba con los animales que teníamos en casa mientras él trabajaba. A partir de los 12 años cuando conocí la trikitixa empecé a tocar y ese fue mi principal juego. Esa fue mi niñez. Quizá diferente a la de otros, pero muy feliz.

Este quizá sea el pueblo de Uribe-Butroi más marcado por la presencia del Jata. Le imprime carácter.

-Hemos vivido y vivimos a la sombra del Jata. Yo abro mi ventana todos los días y lo veo. Para mí ha sido un referente.

¿Cuál es su rincón preferido del pueblo?

-Hasta hace poco hemos tenido un caserío, el caserío Asteinza, y en mi niñez yo jugaba mucho allí. El caserío ha estado en pie hasta hace tres años. Con la ampliación de la carretera fue al suelo. Para mí ese era el rincón más bonito que ha tenido Maruri-Jatabe.

Defina Maruri-Jatabe.

-Es un pueblo muy tranquilo. Para mí el más bonito. Yo cuando estoy en otros sitios invito a visitarlo porque es un lugar que relaja, en el que puedes vivir tranquilo y donde tienes los servicios cerca. Es un pueblo que mantiene la esencia de lo tradicional, y en la música eso es lo más importante que tengo, que represento y que intento transmitir a la gente. Maruri-Jatabe eso lo define bien: la tradición. Es un pueblo de pequeñas costumbres y de gente humilde que tratamos de hacer un pueblo más moderno.

Componente del grupo Korrontzi y vecino de Maruri-Jatabe