Bilbao - Su personaje se llama Perico, un pringao como él mismo dice, a quien su mujer ha dejado y trata de buscar cariño y amigos en un local donde hacen de todo menos ponerse en forma. Dice que se ha apuntado a este gimnasio televisivo pero que en la vida real le gusta el ejercicio vinculado con la naturaleza, correr y subirse a la bici. El medio en el que más ha trabajado este actor vasco (Bilbao, 1957) es el teatro donde sigue actuando con la obra De mutuo desacuerdo.
¿Cuánto tiempo hace que no se apuntaba a un gimnasio?
-Es que no soy de gimnasio, no me gustan mucho aunque están de moda; ahora solo soy de un gimnasio, Gym Tony.
¿No le gusta el deporte?
-Sí, pero soy de correr, de hacer deporte más en la naturaleza, me gusta mucho la bici. Hago pilates.
Está muy de moda.
-Sí, pero yo lo hago para el tema de la espalda, que me duele. Hago bastante deporte; pero el gimnasio no me atrae mucho, el de la tele sí.
¿Cómo ve a su personaje?
-Se llama Perico, lleva un año divorciado, lo dejó la mujer; es un pringao. Es un pobrecillo, aparece en el gimnasio y va a haciendo amigos; es un pobre hombre con ganas de conocer gente.
¿Cómo afronta a un perdedor?
-Muy bien, además no es el primero que hago. Es un ingenuo, un desvalido; se va a hacer querer. Va de frente y no es nada retorcido.
Gustan más los malos y sinvergüenzas...
-Eso también es verdad, siempre gusta más el malote que el chico bueno. Pero yo os voy a hacer querer a Perico, es muy tierno. Estoy muy ilusionado con esta etapa.
¿No es una serie muy ligera?
-Es para pasar un buen rato, sin más, para que te rías, no se pretenden grandes cosas. Si te diviertes un poco, hemos conseguido bastante; ya hay otras cosas profundas en la tele.
Una serie diaria, un ritmo frenético, ¿cómo lo lleva?
-A la semana grabamos una hora de serie, eso es una barbaridad.
¿Cómo le va con el teatro?
-Sigo con ello, estoy con Toni Acosta haciendo una función, De mutuo desacuerdo. Estaremos de gira de fines de semana hasta Navidad; esta aventura se acaba con el final de año y me lo he pasado muy bien.
Nunca le ha gustado hacer dos cosas a la vez.
-Cierto. Pero es los fines de semana, así mato los dos gusanillos. Nunca he sido de hacer dos cosas a la vez, pero tiene su gracia. Son dos formas de trabajo diferentes, dos personajes muy distintos. Me siento cómodo.
Pero no le queda tiempo libre.
-Sí, si te sabes organizar. Y hay veces que tienes demasiado tiempo libre, tanto que te tiras de los pelos porque no te sale nada.
Siempre comedia.
-Me encanta el drama, lo serio?
¿No le parece seria la comedia?
-Ja, ja, ja? Como trabajo sí, pero siempre me llaman más para la comedia, tanto en series como en teatro siempre me dan más papeles para hacer reír que llorar.
¿No le ven cara seria?
-Creo que les hago gracia, yo qué sé. Me verán cara de algo, últimamente creo que de pringao, pero estoy contento.
¿Cuántos años en la profesión?
-Uff, uff? Demasiados, me vine a Madrid en el 76 y en el 77 hice mi primer papel para una película, así que muchos, muchísimos ya.
¿Qué ha pasado con el cine?
-No lo sé, al principio de mi carrera hice más cine, pero luego me metí en el mundo del teatro y de la televisión; siempre he sido un actor mucho más vinculado al escenario que al plató. Te voy a evitar la pregunta que siempre me hacen, me gustan los tres medios. Quizá el que más el teatro, pero cambiar es bueno y enriquece.
La serie le ha hecho perderse este año las fiestas de su ciudad.
-Ya, otros años las he disfrutado con trabajo y de joven salía más?
¿De joven? ¿No lo es ya?
-Bueno, ya me entiendes. Voy a Bilbao a menudo, allí está mi familia y quedo con los amigos de siempre, pero lo hago en plan tranquilo, no a reventar como antes.
Un juerguista calmado por la edad...
-Ja, ja, ja? Una cerveza con los compañeros o los amigos sí que me tomo, pero la necesidad de cuidarme me puede más ahora que antes.
Usted no iba para actor, se matriculó en Exactas en Leioa. ¿Se ha perdido un gran matemático?
-No, tampoco tengo el cerebro de Einstein. Me gustaban las Matemáticas, me encantaba la investigación, pero la salida real que tienen las Matemáticas es dar clases.
¿Y no le gusta?
-No es eso, puede ser una bonita salida si encuentras trabajo. Me hubiera encantado haber terminado y haber hecho algo de investigación, pero eso es muy complicado.
¿Más que ser actor?
-Ser actor no es tan complicado, en los dos casos, en la investigación y en la interpretación; lo complicado es vivir de ello. Si eres investigador matemático en España, lo más probable es que te mueras de hambre.
Las Matemáticas es lo que más odian los escolares y a usted le gustaban. ¿El rarito de la clase?
-Sería el rarito por otras cosas, no por las Matemáticas. Tenía un profesor que nos hizo quererlas. Muchas veces, sobre todo en educación, el entusiasmo del profesor también influye en el del alumno.
Y no hay muchos así, ¿no?
-No sabría decirte. Pero el entusiasmo que un profesor marca por su materia, hace que esa materia llegue con mayor o menor entusiasmo al que le está escuchando. A mí me pasó lo mismo con el de Gimnasia. Tuve un profesor que había sido lanzador de jabalina, era un enamorado del deporte y nos inculcó esa ilusión.