“El parque Uriguen de Mungia es un jardín botánico en miniatura”
Mungia - Kepa Freire es una de las personas que mejor conoce Mungia. Polifacético, ha trabajado y viajado durante muchos años y conocido gente dentro y fuera del municipio, lo que le ha reportado cierta perspectiva a la hora de poder valorar las bondades que ofrece esta localidad. Inquieto, es miembro del txoko Guri-zer, no hay concurso gastronómico que se precie que no cuente con su juicio y forma parte de la red ciudadana que junto con el Ayuntamiento ha impulsado un hospital en Benín, entre otras muchas iniciativas.
¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de Mungia?
-Yo llegué un viernes a Mungia, día de mercado. Cuando aquello todo era plaza, no había ropa. Recuerdo que me compraron unos zapatos en la calle Elorduigoitia y que mi madre compró unas chuletas en la carnicería de Mari Ciscar.
Parece que tenga ese día marcado a fuego en la memoria.
-Sí. Era el día San Juan. Había estado interno en Portugalete y tenía 12 años cuando vine aquí a vivir. Mi padre era médico y eso también ayudó a que conociera bien el entorno rural del municipio.
¿Qué destacaría de ese entorno?
-La producción de alubia, siempre excelente. Al ser mi padre médico la gente siempre nos regalaba los mejores productos. Recuerdo a los chavales llevando a la escuela morcillas o chorizos en azorris (hojas de berza). En la Historia General de Bizkaia de 1921, Carmelo Etxegarai ya hablaba de las “buenas cerdas” que se criaban en la zona y que los chorizos competían “con los de Extremadura”.
¿Cree que esa calidad se ha mantenido a lo largo de los años?
-Desde luego. El chorizo de Mungia tiene una característica propia, y reside en el pimiento. Aquí no se seca el pimiento para extraer el pimentón, aquí lo que se extrae es la pulpa. Y por eso el nuestro es un chorizo dulce.
Usted siempre ha estado unido a la gastronomía. Y hablar de gastronomía en Mungia es hablar de sukalki.
-La idea de hacer el concurso de sukalki fue del cura J. M. Arregi, y los jóvenes de entonces recurrieron a los txokos, Anaitasuna y Guri-zer.
Usted es socio del ya mítico Guri-zer. ¿Cómo nació?
-En el año 62, dos años después que el Anaitasuna. Los jóvenes querían montar un txoko, y cuando hubo que decidir el nombre del mismo, alguien señaló que el otro se llamaba Anaitasuna. Entonces alguien contesto: “Eta guri, zer?”. Y de esta manera se bautizó el txoko.
Dos txokos, dos iglesias, dos Mungias... No tenían suficiente con uno de cada?
-(Risas). La iglesia hoy es efectivamente de Andra Mari y San Pedro. Y sabido es que hubo dos Mungias: la villa y la anteiglesia, hasta que se unieron. Símbolo de ello es la fuente Alkartasuna-Concordia. Concretamente frente a lo que hoy es el Guri-zer se ubicaba el fielato donde los de arriba pagaban los impuestos a los de abajo y viceversa.
Pero dígame, ¿cuál es su rincón favorito de Mungia?
-Uno es Zumetzaga. Y el otro sin duda es el parque Uriguen.
¿Por qué el parque Uriguen?
-Paseando por este parque te pegas un recorrido por el Estado y América Latina, gracias a la variedad de árboles que hay. Algunos autóctonos, pero también abetos, secuoyas...
Cada uno con su placa identificativa.
-Sí, está bien cuidado. Deberíamos valorarlo más, es un jardín botánico en miniatura en el centro de Mungia.
¿Quién los trajo hasta aquí?
-Hay un halo de desconocimiento en torno a ese tema. En el centro del parque había una casa donde vivía la familia Uriguen, una familia pudiente a buen seguro. Y relacionada de alguna manera con América, no me cabe duda.
¿Cuál de ellos le gusta más?
-Hay un falso ciprés de los manglares de California, que ahora está rojizo y sus raíces salen por fuera de la tierra, crecen hacia arriba. Solo hay cuatro ejemplares a nivel estatal y dos los tenemos aquí: el de Uriguen y otro bastante cerca, en Gatika.
Habla con pasión de Uriguen.
-Es que es bonito hasta de noche. Hay cedros, algunos árboles de Chile, seis secuoyas de California... Muchos tendrán cien años o más. Hay hasta un cedro del Himalaya. Es algo increíble.
Parada indispensable a la hora de visitar Mungia.
-Por supuesto. No olvidemos que aquí en el mismo parque tenemos el baserri Landetxo Goikoa, uno de los caseríos tardogóticos mejor conservados y restaurados de Bizkaia, así como uno de los más antiguos. Construido alrededor de 1510, ha perdurado en el tiempo a pesar de banderizos y otras guerras. Además, allí vive Olentzero.
gastrónomo, solidario, viajero y bon vivant
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