bilbao - Está claro que los niños llegan a los brazos de los padres sin un manual de instrucciones y desconciertan y desesperan en ocasiones, mientras que alegran y divierten en otros momentos. Rocío Ramos-Paul sigue al mando de Supernanny en Cuatro en su novena temporada. Niños que no comen, niños que convierten la noche en una continua pesadilla, rebeldes antes de los 6 años, berrinches y rabietas? Un amplio abanico de situaciones. Padres desesperados y desconcertados componen el catálogo de problemas con el va lidiar esta Supernanny.
¿Quién le iba a decir que celebraría nueve temporadas en televisión?
-Cada vez que termino una temporada siempre pienso que es la última, fíjate si yo estoy sorprendida...
¿Por qué cree que es la última?
-Yo no vengo del mundo de la televisión y esto fue como una aventura y me ocupa toda la parte profesional, pero si a la gente le gusta, fantástico.
¿Qué es lo que más le apasiona de la televisión?
-El altavoz que es para transmitir cualquier mensaje y, en este caso, me toca la parte más agradable, la educación.
Aquellos niños que trató en su primera temporada televisiva serán ya adolescentes, ¿no?
-Sí, ahora los padres tienen que aprender a gestionar la hormona.
¿Es más difícil que gestionar berrinches?
-Ninguna etapa está exenta de dificultad, pero es verdad que la adolescencia, teniendo muchas cosas positivas?
Dígale eso a algunos padres...
-Las tiene, pero puede resultar muy complicada para los padres. Lo que creo es que si se interviene antes, la adolescencia se amortigua.
¿Qué es la adolescencia?
-Una etapa en la que parece que se les ha olvidado todo lo que habían aprendido hasta entonces en casa, pero luego vuelve todo a la normalidad. Es como un sarampión.
¿Se dramatiza mucho con los hijos?
-No, pero lo que más quieres es lo que más te preocupa. Hasta que no tienes un hijo, no te das cuenta de lo que tú has supuesto para tus padres.
Hay veces que ser padres es todo menos divertido.
-A veces las preocupaciones no nos permiten ser eficaces, buscar soluciones a los problemas.
El niño se ha convertido en la joya de la corona.
-El niño es un bien escaso. Vivimos un momento de concienciación sobre una etapa que hasta este momento estaba olvidada, la comprendida desde el nacimiento hasta los 6 años. Están preparados para aprender. Es importantísima la huella que deja la familia en esa edad.
¿No se han convertido los niños en pequeños tiranos, a golpe de caprichos consentidos?
-Es verdad, pero no todos los niños pasan por esa situación. El niño que tiene lo que quiere en el momento que quiere, se convierte en un niño exigente y, por tanto, genera un estado de tiranía. Pero no todas las familias tienen este problema.
¿Qué tipo de problemas llevan a unos padres a televisión o la consulta de un psicólogo?
-Hasta los 3 años hablamos más de problemas de sueño, alimentación y rabietas; después hablamos de normas y límites, también de rendimiento escolar? A partir, de ese momento empieza la adolescencia, las negociaciones padres-hijos.
Vamos, un sinvivir.
-Más o menos, pero es un reto y todas las etapas tienen sus cosas buenas y malas, pero a veces solo vemos los problemas.
Berrinches y rabietas. Hay educadores que opinan que son molestas pero buenas.
-No te digo que es bueno, las rabietas son necesarias, el problema es que no las tengan. Berrinches y rabietas se dan en torno al año y medio y pueden llegar hasta los 5.
Una eternidad.
-Ja, ja, ja? El niño entiende en esa etapa que las cosas tienen que ser en el momento que quiere y de la manera que quiere y expresa su opinión por medio de la rabieta o berrinche. Eso es fundamental.
Rabietas infantiles que provocan rabietas de impotencia en los padres.
-Me encanta, visto así. Es cierto, pero sabes cuándo se produce esa situación: cuando el padre no entiende que el niño, a través de la rabieta, está aprendiendo a expresar sus emociones y entonces entabla un pulso con el niño.
Hay que entender que la paciencia también es un bien escaso a veces.
-Ya, pero no es cuestión de pulsos, ni el niño lo hace por jorobarte. El niño tiene que aprender y tú le tienes que enseñar y guiar.
Y eso de una torta a tiempo?
-Eso es una barbaridad. Hay que negociar, hay que guiar a los hijos. Si lo haces, el niño entenderá que los problemas y dificultades pueden resolverse con violencia.
¿Quién resulta más ansioso ante los hijos, los padres o las madres?
-Depende. Los padres, hombres y mujeres, están muy preocupados siempre. Es verdad que sigue existiendo una mayor implicación en la resolución de conflictos por parte de la madre. Aún es la que más tiempo pasa con los niños, pero eso está cambiando. Ellos, lo estamos viendo, cada vez se implican más.
Decir 'no' a un niño a veces es muy difícil.
-Hay mucha emoción en la relación con los hijos: No soporto que llore; para el poco tiempo que estoy con él; de mayor aprenderá? Todas esto se oye cuando los padres no saben negarse a los caprichos infantiles.
Los niños, más brutos; las niñas, más contestonas. ¿Verdadero o falso?
-Las niñas llegan antes al lenguaje: llegan antes a la ironía, la utilizan más. Mientras, los niños son más brutos, entre comillas, porque llegan más tarde a todo el desarrollo del lenguaje. Así que ellas son más espabiladas y empiezan a contestar antes, las argumentaciones que dan son más hirientes, etc.