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El humor, el mejor apellido vasco

el título, la marca identificativa de la película, es un buen resumen del proceso de negociación de todo proyecto. El título no debe contentar al director sino a los que ponen el dinero. En este caso a Telecinco cinema básicamente, que quería que gustara a todo el mundo, o al menos que no llegara a incomodar. Un título aglutinador. Como los ocho apellidos vascos. Si hubiera sido por los guionistas Borja Cobeaga y Diego San José, habría sido -ellos mismos lo han reconocido- más vehemente y directo.

He aquí la primera lectura de 8 apellidos vascos, un producto derivado del talento de los creadores de Vaya Semanita, que dan forma a un tipo de producción que tan bien ha funcionado en taquilla en Europa gracias a Bienvenidos al Norte (Francia) o Bienvenidos al Sur (Italia). Pero en otra decisión inexplicable, la dirección pasó a ser responsabilidad de Emilio Martínez-Lázaro (El otro lado de la cama y Los peores años de nuestra vida). Una asociación que podría funcionar bien, pero que podía alterar la frescura de la propuesta. A esta alturas, gracias al buen marketing, casi todo el mundo sabe que cuenta la historia de una vasca (Clara Lago) que conoce a un sevillano engominado (Dani Rovira) en la ciudad hispalense. A estas alturas, muchos se habrán reído de los chistes, muchos de ellos graciosos, que aguarda esta película que reúne algunas características del humor de Vaya semanita: mixtura de referencias, distanciamiento, ironía, descontextualización, y aplomo para abordar y desdramatizar la política y la violencia.

En ese sentido, 8 apellidos vascos reúne las esencias, algo más domesticadas, de la visión reconocible del tándem Cobeaga-San José: chistes que funcionan, sentido del ritmo, y un rosario de topicazos sobre los vascos y las vascas. Topicazos que se nutren de leyendas y de realidades cotidianas y aseguran ratos entretenidos. Para terminar con el tema de los tópicos, hay quien dirá que por qué ocho apellidos de origen vasco cuando se podrían acreditar 32 (o más). No es el caso de Rafa, el sevillano que llegará a Argoiti (Getaria), ese pueblo imaginario, en busca de Amaia, esa chica vasca con el "flequillo relamido y cortado con hacha". Tendrá que inventar sus ocho apellidos vascos antes de acogerse a los problemas derivados de esa convivencia.

El filme contrasta los tópicos sevillanos en tierras vascas: el señorito que entra en un pueblo costero guipuzcoano. En ese territorio se aleja de los modismos y el costumbrismo (la vida rural, las costumbres?) y entra en el género de la comedia romántica y pierde pulso de la mano del director Emilio Martínez-Lázaro. Muchos desearían que fuera un producto netamente Cobeaga-San José. Algo más cañero y explosivo.

El resultado es como el título: una propuesta entretenida, funcional, que no molesta y aglutina a un público más amplio. Algunos de los mejores chistes ya han sido desvelados en la enérgica promoción de los canales de Mediaset. Sin embargo, la película mantiene un tono neutro, agradable y equilibrado con actores y actrices experimentados que podrían dar mucho más de sí en una propuesta algo más alocada, que pierde algo de intensidad por querer transmitir la lógica de la comedia romántica.