Barakaldo

SON un blanco fácil. Sus más de dos metros de altura, en muchos casos, hacen que esconderse del fuego enemigo resulte complicado. Los hombres de negro se convirtieron ayer por unas horas en los hombres del camuflaje. Vestidos con pantalones largos, chalecos y máscaras, se apoderaron de los terrenos de Basatxu Abentura para regalarse balazos de pintura. "Es una forma de desestresarnos", comentaba el capitán, Marco Banic, que abandonará el banquillo bilbaino la próxima temporada junto a Aaron Jackson y Janis Blums. Ninguno, sin embargo, hablaba de despedidas. "Es un día de fiesta, de relajación", decían bromeando con las pistolas de pintura.

"Me estoy metiendo mucho en la película", avisaba Alex Mumbrú. El paintball baracaldés, situado junto al depósito de agua de Basatxu acogía por primera vez en sus terrenos a un grupo de tanta altura. Se notaba en la equipación. Y es que los pantalones de camuflaje se antojaban cortos para los jugadores del Gescrap, que los paseaban dejando a la vista sus calcetines. El chaleco también le produjo problemas a Banic, para quien los responsables del juego tuvieron que buscar el más grande de su vestuario. "Son muy grandes", reía Andoni Natoril, responsable de Basatxu Abentura.

Rodilleras, coderas y un casco completaban la equipación para disputar el primer partido que los hombres de negro jugaban sobre hierba. Tras una temporada larga, que finalizó el pasado domingo con la derrota frente al Caja Laboral en la Eurocup, llegaba el momento de descargar tensión. "Ha sido una temporada muy larga, muy dura, pero también muy bonita. Muy grande", resumía Banic. "Ha sido un sueño hecho realidad del que he disfrutado cada momento", matizaba.

Antes del verano, el equipo se reúne cada año "para hacer algo diferente", indicaba Mumbrú cargando su pistola de pintura aludiendo pensar en la marcha del capitán. "Eso lo pensaremos más adelante. Seguiremos siendo un equipo hasta el final cuando quien se tenga que ir, se irá. Es ley de vida", resumía aplazando las despedidas para después de la pelea a base de pintura. Txus Cendón y su hijo Igor, aficionados, socios y amigos del equipo, fueron los artífices del encuentro, y los valientes que se adentraron en el campo de batalla junto a nueve hombres que les sacaban una cabeza: Banic, Mumbrú, Dimitri Mavroeidis, Axel Hervelle, Raúl López, Kostas Vasileiodis, Roger Grimau, Janis Blums y Mamadou Samb.

"Nos juntamos siempre para despedir el año", contaba Txus preparando las primeras estrategias de guerra. El pasado año se juntaron al volante de los Cars de Güeñes. Este, le ha tocado el turno a las pistolas de pintura que devolvieron a los jugadores a la infancia y dejaron en más de uno, moratones de recuerdo. "Hacemos estas cosas gracias a Txus, al que vamos a ver después de los partidos a su cervecera en Henao 40, es muy amigo nuestro", desvela Mumbrú memorizando a quienes serán sus enemigos en el juego.

Ganas de revancha Y es que antes de comenzar el juego, en la plantilla del Gescrap no había rencillas pendientes. "No creo que vayamos a dirimir nada en el campo, no hay ningún problema entre nosotros", decían. La cosa cambiaba con el comienzo de los primeros disparos. "Me han dejado solo. Me decían, yo te cubro, yo te cubro, y al final me he llevado todos los bolazos", se quejaba Igor. "El año que viene van a tener un socio menos", bromeaba en busca de la revancha.

Los disparos no cesaban en el campo de batalla, lejos de las canastas. "Yo he sido el más listo, me he llevado a mi equipo a todos los pivots", se regodeaba Mumbrú. Caídas al suelo, moratones, gritos y estrategias, como si estuvieran sobre el parqué de Miribilla declaraban la victoria a un bando o a otro. "Necesitamos hablar, hacer una estrategia", pedía Mamadou a Banic mientras metía munición extra en los bolsillos. "El año que viene jugamos al pin pon".