Síguenos en redes sociales:

Calles vacías, bares llenos

Los aficionados que no pudieron desplazarse hasta Manchester se reunieron en zonas como Pozas para ver y celebrar la remontada del Athletic ante los 'red devils'

Calles vacías, bares llenosZigor Alkorta

Dicen los más de 8.000 aficionados que se desplazaron hasta Manchester que estuvieron como en casa, con el cielo igual de gris y la misma amenaza de lluvia, pero lo cierto es que Bilbao no hay más que uno y, en días de partido, late al ritmo de Pozas. Los más agoreros previeron una noche floja para la hostelería bilbaina, el encuentro en abierto y el horario nocturno en víspera de un día laborable fueron sus argumentos, razonables todos ellos. Pero la afición rojiblanca no se rige por la razón en días de partido y ya demostró, una vez más, que para un buen vasco no son necesarias muchas excusas para irse de fiesta hasta la madrugada. Así, con San Mamés entero metido en la calle Licenciado Poza, provocando que respirar fuera una acción complicada, el Athletic comenzó su sueño ante el Manchester.

Fueron 55 años de espera para la revancha y como la venganza es un plato que se sirve mejor frío, no hubo nadie que no quisiera celebrar en compañía la victoria de los leones. Es cierto que la mayoría de los que tiñeron las calles bilbainas no vivieron el duelo que figura en todos los almanaques del Athletic, pero el sentimiento rojiblanco no solo se transmite, sino que también se hereda. De esta forma, a golpe de cañas, que no pintas, los seguidores que no pudieron desplazarse hasta la ciudad inglesa comenzaron, plagados de optimismo, una ceremonia llamada partido. Ni siquiera el gol de Wayne Rooney, el primero de la noche, aplacó los ánimos de los aficionados. El juego del equipo deleitaba a todos y lograr el empate era cuestión de tiempo. Esa fue la sensación que inundó las calles bilbainas, hasta que, tras el empate, el segundo gol desató la locura.

Pero la afición bilbaina no se conformó, quiso más: "¡A por el tercero!", clamó, desatada. Y cuando Iker Muniain hizo realidad su deseo, ya no hubo lugar para la vergüenza. Desconocidos convertidos en hermanos bajo un abrazo que solo el sentimiento rojiblanco puede provocar. Las sillas perdieron su habitual función para convertirse en un trampolín desde el que gritar el nombre de De Marcos y las cañas pasaron a un segundo plano para aplaudir incluso las repeticiones. En medio del jolgorio, en un tacaño segundo de tranquilidad, un seguidor se percató de que lo que ocurría en las gradas de Old Trafford: "¡Están cantando el himno!". Por lo que la reacción fue inmediata, mimetizada con los afortunados, bufanda en alto, Pozas entonó al unísono el único cántico capaz de erizar el vello hasta al más frío de los aficionados: "¡Athletic, Athletic!".

la madre de De Gea Entre tanta celebración llegó el segundo del Manchester, un jarro de agua fría que, sin embargo, no llegó a enturbiar del todo la fiesta rojiblanca. Porque los aficionados ya tenían un jugador en mente, protagonista en todas las conversaciones que, a pie de bar, monopolizaron Bilbao. "De Gea también juega", se lamentaron tras una magnífica estirada del guardameta. La peor pesadilla de los leones en Old Trafford desató el enfado de la afición visitante, tanto que la madre del portero de los red devils fue, entre bromas, la más mentada en la noche de ayer. Pero el pitido final llegó justo a tiempo: "¡No me lo puedo creer, hemos ganado!". Y de nuevo el himno volvió a retumbar en las calles bilbainas. Porque en Manchester se desató la fiesta pero Pozas solo hay una. Y ayer rugió como nunca.