Olas de más de cinco metros rompen furiosas contra un acantilado rocoso. Entre ellas, dieciséis surfistas luchan contra la naturaleza en un mano a mano por controlarla. Pero es en vano. Los enormes toboganes de agua salada les empujan contra el fondo, ahogándoles, obligándoles a respetarla, casi temerla. El sol de invierno calentando las caras somnolientas y las olas alcanzando una altura poco común en la costa vizcaina, bien podrían ser una estampa sacada de las costas hawaianas o de las playas brasileñas, pero no es necesario irse tan lejos. El paraíso de las olas grandes se encontró ayer a pocas paradas de metro, ya que fue en Punta Galea donde los mejores, y más locos, riders del Cantábrico se citaron para dar un recital de surf extremo.

Esta ola getxotarra es tan increíble como tímida, ya que solo aparece bajo unas condiciones únicas y difíciles de dar: mucha mar, marea alta y viento sur. Por ello, los organizadores del Punta Galea EVE Challenge no quisieron derrochar la que puede haber sido la única ocasión de celebrar el campeonato. Y es que cuando las circunstancias se alinean y los requisitos se cumplen en su totalidad, la ola ofrece un espectáculo digno de Tahití. Derechas potentes se suceden constantes y se alargan hasta la donde la imaginación del surfista alcanza. Así, aprovechando las vacaciones navideñas y animados por el buen tiempo que alumbró Bizkaia durante toda la mañana, miles de personas se acercaron al acantilado para no perderse la oportunidad de ver a los surfistas invitados enfrentarse a esta potente rompiente. En un ambiente inmejorable, el más numeroso que se recuerda en sus seis ediciones, los aficionados a este deporte se deleitaron con una ola única.

Sin embargo, las condiciones no fueron tan épicas como se esperaban. El tamaño de las olas fue el deseado, pero las montañas saladas anduvieron a sus anchas, libres e impredecibles, desordenadas y sin rumbo fijo. El caótico mar quiso impedir la entrada de los surfistas e hizo todo lo posible por desterrar de sus fronteras a los que ya estaban dentro, siendo tan efectivas sus embestidas que muchos de los osados que mojaron su neopreno tuvieron que ser remolcados desde la playa de Arrigunaga. Porque los acantilados de Punta Galea son propiedad de esa ola indomable y entrar en su territorio puede tener consecuencias fatales. Quizá por ello, en esta competición cabe una mención especial al mejor wipe out o caída más espectacular. Y en eso, el mejor ayer fue Luis Rodríguez. El gallego estuvo muy activo durante las más de cuatro horas que duró la prueba y se atrevió a tutear a los cinco metros con una frialdad envidiable, remándolos con osadía y convencimiento, para terminar cayendo de cabeza desde la altura máxima. Una auténtica bomba de agua se apropió de su cuerpo, revolviéndolo, haciéndolo suyo en un revolcón que le arrebató la licra y que convirtió al público en un lamento unísono.

Premio al valor Entrar a las aguas de El Abra de Getxo en estas condiciones puede ser tomado como un síntoma de locura, sin embargo, los dieciséis surfistas que se adentraron en la pesadilla de los cinco metros lucharon por un objetivo: la satisfacción de vencer a la naturaleza enfurecida. Aunque también caben destacar los premios en metálico con los que la organización quiso premiar sus esfuerzos. Así, Adur Letamendia se proclamó vencedor de la competición y se embolsó 3.000 euros mientras que el también zarautzarra Indar Unanue se hizo con 800 euros como obsequio por protagonizar la mejor bajada del día. Además, Pablo Solar fue nombrado mejor surfista y sus bolsillos se llenaron con mil euros. De esta forma se dio por concluida la sexta edición del Punta Galea EVE Challenge que pasará la a historia por sus duras condiciones.