GEORGE Clooney habrá comprobado que con amigos como Silvio Berlusconi no necesita enemigos que le pongan en el disparadero. En septiembre de 2008, el actor estadounidense aceptó la invitación del primer ministro italiano para acudir a una de sus fiestas. Clooney tiene una casa de veraneo en el lago Como, al norte de Italia, y su novia de entonces, Elisabetta Canalis, es italiana. Así que la estrella del cine acudió, ¿inocentemente?, a la cita y, foto por aquí, foto por allá, acabó posando con Berlusconi y con una de sus amigas, Sabina Began, que abrazaba en la imagen a ambos con una deslumbrante sonrisa profidén. La tal Sabina resultó ser, presuntamente, una madame que, supuestamente, reclutaba prostitutas para las fiestas del Cavaliere.

Las juergas de Berlusconi llegaron a los juzgados, y el primer ministro llamó de nuevo a Clooney, pero en esta ocasión para invitarle no a una fiesta, sino a declarar en su favor en el juicio del caso Ruby (la menor con la que, según la acusación, tuvo relaciones sexuales el primer ministro). El actor no acudió, queriendo echar tierra sobre su relación pasada con el mandatario, pero las cámaras fotográficas son un arma que carga el diablo.

En 'vanity Fair' Así, la edición italiana de la revista Vanity Fair ha publicado una entrevista con la modelo y supuesta madame Sabina Began, y entre las imágenes que se publican, aparece la del trío Berlusconi-Began-Clooney. Si este último pudiera recurrir al refranero español, seguro que rechazaría para su situación aquello de Dime con quién andas y te diré quién eres, pero podría parafrasear otro y asegurar que Quien a Berlusconi se arrima, la polémica le cobija.

La prensa italiana ha adjudicado a Sabina Began el apodo de Abeja Reina. Esta modelo se encuentra entre las ocho personas que facilitaban prostitutas para las fiestas de Berlusconi en Roma, Milán y Cerdeña. Ella sería la maestra de ceremonias desde 2005, año en que conoció al primer ministro, del que dice en Vanity Fair que "cuando me susurraba al oído, sentía como si me hipnotizara. Después de dos horas, estaba cautivada. Lo miré y le pregunté si quería pasar la noche conmigo".

cumpleaños ¿feliz? Y así, de polémica en polémica, sean por lo que a él le toca personalmente o por lo que salpica a quien se le acerca, Silvio Berlusconi llegó ayer a sus 75 años. Quien conoce bien al presidente del Gobierno italiano asegura que al mandatario no le gusta cumplir años y que incluso le deprime. Pero esta vez, aunque la cifra que cumple es importante y redonda, su situación personal y política le quitaría aún más si cabe las ganas de celebrarlo.

Según revelaban los medios de comunicación, tal y como recogía Cristina Cabrejas en su crónica para Efe, Berlusconi aseguró ayer a quienes se acercaron en la Cámara de Diputados a felicitarle que estaba "amargado" y "que no tenía nada que celebrar". Berlusconi desveló a sus correligionarios que se sentía acorralado por la justicia, que le está preparando un "nuevo regalo" de cumpleaños, en referencia a la posible investigación por inducción al falso testimonio al empresario Giampaolo Tarantini, otro encargado de conseguir las chicas para sus fiestas. En una intervención en el telediario de la noche del miércoles en Canale5, Berlusconi se limitó a explicar que le gustaría como regalo de cumpleaños "que se dejasen de lado las divergencias para trabajar juntos, relanzar la economía y sacar a Italia de la crisis".

tercera edad Los procesos que tiene pendientes, las mediaciones maratonianas con sus socios en la mayoría gubernamental para evitar que caiga el Gobierno, la situación económica italiana y las continuas revelaciones sobre sus fiestas con chicas son algunas de las velas que ayer se colocaron en la tarta de cumpleaños del mandatario. El cumpleaños de Berlusconi estuvo repleto de actos, pero conociendo al Cavaliere, quien en estos últimos años se ha sometido a varias intervenciones estéticas para atenuar los efectos del paso del tiempo, lo que más le habrá dolido habrá sido cumplir tres cuartos de siglo. El presidente de la Sociedad Italiana de Geriatría, Niccolò Marchionni, recordó que a partir de los 75 años se habla ya de tercera edad. En el caso de Berlusconi, y volviendo al refranero, habría que decir que A la vejez, viruelas.