bilbao. El trajín de las promociones y una impertinente alergia traen hasta el rostro de Mari Pau un rictus de cansancio que desaparece en un santiamén. Basta con que la conversación derive hacia el viejo oficio de narrar, bien sea el pan reciente de la actualidad o bien una historia entresacada de las miles de páginas ocultas que esconde el pasado o la imaginación de la escritora, para que todo se active.
¿Tan aburrida o tan peligrosa es la actualidad para tener que recurrir a hechos pasados?
No, no, qué va. La actualidad es apasionante y cuando trabajas con ella te absorbe al cien por cien. En mi caso existe antes la pulsión literaria que la periodística y después de muchos años de empeño periodístico me dije que por fin iba a dedicarle a escribir el tiempo que requiere.
¿Siente que ha abierto un paréntesis o que ha puesto el punto y final?
Dejé la televisión cuando me iban muy bien las cosas, así que no creo que se trate de un paréntesis. Lo del punto y final tampoco me gusta, porque continúo colaborando con los medios de comunicación, aunque sin la intensidad de antaño.
¡Ha conseguido liberarse del maldito estrés!
¿Usted cree? Yo diría que he cambiado un tipo de estrés por otro, porque escribir exige una disciplina y, en mi caso, una meticulosidad con lo que escribo.
¡No le imagino mirando el teletipo!
Ja, ja, No, eso no. Pero una ventaja del periodismo es que si algo te sale mal, la actualidad te da otra oportunidad al instante. Con la literatura arrastras el error hasta el final.
¿Ha sentido una liberación al poder jugar con las palabras?
Sí, puede decirse que sí. Lo que pasa es que es una placer que se da la vuelta. Lo más tortuoso de escribir es corregir.
¿Cree que un periodista esconde un escritor frustrado?
Imagino que en algún caso, pero son dos oficios distintos. También existe la opción del periodismo literario, que yo siempre reivindico.
Vayamos a la historia de su novela: ¿por qué llama tanto lo clandestino?
Porque lo visible ya lo tienes a tu alcance. Lo clandestino de lo visible atrae a la gente porque hace que lo que parecía de una manera sea de otra, porque tiene sorpresa.
Isabel de Osorio renunció a mucho por su amor a Felipe II ¿Lo entiende la mujer de hoy?
No, no lo entiende, claro. Pero toda esa renuncia por amor, esa decisión de recluirse no se puede juzgar desde la época actual. Además, no hubo tal renuncia.
¡Mujer de Dios, si se recluyó!
Lo hizo porque quiso, porque entendió que era lo mejor.
Isabel fue conocida como 'la puta del rey'. Ese lenguaje en los tiempos que corren...
Ja, ja, ja. Pero le llamaron la puta del rey por el poder que tuvo. Hubo muchas tierras requisadas para darle el señorío que el rey le dio y eso granjeó enemistades.
¿Hubiese despedazado esta historia de amor clandestina la prensa de hoy?
No lo sé, creo que no. Le hubiesen dado el tratamiento que se le ha dado a la pareja del príncipe Felipe y Letizia Ortiz. Si lo recuerda bien, al principio les machacaron.
Se impuso el corazón al Estado...
Lo contrario hubiese sido propio de rancias monarquías.