bilbao. Comienza los estudios de Veterinaria y Derecho hasta que el rayo de la vocación le alcanzó de lleno. El dibujo corre por las venas de Javier Zabala, Premio Nacional de Ilustración 2005 y un claro referente internacional de un arte ancestral. Su obra, donde corren en libertad absoluta las ciudades, las aglomeraciones y los árboles, sus tres obsesiones, es conocida en medio mundo mientras él sostiene que la ilustración ha despertado tarde en su país. La editorial Ibaizabal le ha devuelto a Bilbao por unos días.

Comencemos duro: la ilustración es la hermana menor de la pintura...

¡Ya estamos! La generalización es un disparate mayúsculo, uno de los peores de nuestro tiempo. Un ilustrador puede ser un artista como lo puede ser un pintor. Pero ninguno de los dos lo es porque conozca el oficio.

¿Qué lo define, entonces? ¿Qué convierte a alguien en creador?

Una cierta sensibilidad, una forma de ver las cosas que se sobrepone a la técnica.

¡No me diga que no hay que saber dibujo!

Ja, ja, ja. No digo eso. Pero la técnica no puede ser un freno para que puedas contar cuanto deseas. Es algo similar a conducir.

¿Cómo dice?

Cuando conduces, tú no estás atento a cómo se mete tercera o cuarta. Tu preocupación ha de ser el tráfico porque si dudas, ¡zas!, te estrellas.

Así que hay un gen creativo...

Hay que formarse, cultivar esas cosas. La música, la literatura, la pintura. Mil disciplinas. En Japón, por ejemplo, no se entiende alguien sin educación artística en cualquiera de sus ramas. Se le considera un analfabeto.

Volvamos a las acusaciones de su oficio: lo consideran cosa de niños...

Yo no creo que exista ya una ilustración para niños. Cuando mi hijo tenía tres años le enseñé un dragón. A lo largo de sucesivos dibujos, el dragón era cada vez más conceptual, más difícil de entender. Yo le preguntaba: ¿qué ves ahora? y él, de todas todas.... ¡un dragón!

¡No me diga que vale todo en un libro infantil!

Todo no, claro. Ha de primar el sentido común. Pero los libros de niños pasan muchos filtros, demasiados, sin contar con la opinión de ellos.

¡Ilústreme con un ejemplo!

Ja, ja, ja. Mire, todo es muy sutil. Por decirlo algo, las mujeres no pueden tener pecho. Es un código absurdo, porque el niño sabe que lo tienen desde que mama. Y la violencia...

¡No me diga que es buena!

No, no. Pero lo que le llega de la televisión y otros medios está lleno de ella y no hay alarmas.

¿Le sirve el dibujo como desahogo, como una suerte de exorcismo?

¡Por supuesto! Se dibuja lo que se vive, lo bueno y lo malo. La ilustración saca fuera todo: tus demonios y tus alegrías. Y muchas veces lo hace a tu pesar, es algo que no puedes controlar, algo que fluye y que está ahí, latente.

Alguien que empieza le pide consejo a un consagrado...

Entonces que no hable conmigo, ja, ja, ja. Los consejos son fáciles de dar: debe dibujar, dibujar mucho. Hasta que le duelan las manos. Y ha de cultivar una sensibilidad especial. Si no te la da la educación en casa te la tienes que procurar tú.

¿Autodidacta?

No es lo mejor. Es preferible formarse con grandes maestros. Es una manera de atajar por el camino nada deshonrosa.

Y eso tan cacareado de la voz propia y el talento...

El talento, desde mi punto de vista, no es otra cosa que la capacidad de aprendizaje y de superación. Cuanto más rápido, mejor.