gasteiz

Birthe y Asger Stevns son una pareja danesa que está disfrutando de unas vacaciones por Euskadi. Al arribar en Gasteiz tras haber conocido Donostia, y preguntar dónde comer bien, les han hablado del mítico El Portalón de la zona antigua de la capital alavesa. Se muestran complacidos con la costa, con el sol (la única razón por la que levantan la voz para exclamar "Oooh, yeah!") y con este "encantador" edificio de origen medieval, que preserva todo el sabor de vigas en madera, utillajes y otros detalles centenarios. En su interior, su responsable, Alberto Ortiz de Zarate, y sus profesionales camareros facilitan unas cartas a los viajeros. En ellas pueden distinguir en varios idiomas unas aceitunas de unas alcachofas, cómo se dice berberecho o merluza, cómo pedir una servilleta al camarero (zerbitzaria/ waiter/ garçon/ kellner/ cambrer...), comentarle que la carne está al punto (puntu-puntuan/ medium/ á point/ al punt...) o solicitar un Gran Reserva o un txakoli alavés (Arabako txakolina/ txakoli from Araba/ txakoli d"Alava/ Alavesischer weiBwein/ txakoli d"Alaba...).

A Birthe y Asger les parece muy "profesional" esta iniciativa de Alava Incoming, asociación de empresarios alaveses del sector de congresos y turismo que lanzó hace unas semanas un diccionario gastronómico en diez idiomas para mejorar el servicio a los turistas. Esta pareja danesa considera que estas traducciones, que son brindadas en forma de cartas de fácil lectura, les ayudan a elegir lo que quieren comer y beber. Ellos emplean el inglés, si bien Alava Incoming ha incluido también el francés, alemán, portugués, sueco, holandés, italiano, catalán y gallego, todos precedidos por el euskera. El profesor se maravilla cuando le leemos las palabras euskaldunes ("no suena fuerte, como pensaba", observa). Ese es uno de los objetivos de esta idea: el intercambio cultural, el acercamiento, que los comensales se sientan cómodos.

"La gente reacciona encantada, pues les parece un servicio muy útil", relata Mikel Bilbao, del restaurante El Matxete (famoso por sus ensaladas de patata alavesa). Bilbao ha observado en estas semanas veraniegas que, por ejemplo, los alemanes se ponen muy contentos al contar con todo ese vocabulario "en su propio idioma", lo que les ayuda a escoger qué van a tomar, distinguir un pescado de otro, etc. En suma, ir al detalle con más facilidad. Por su parte, Ortiz de Zarate subraya el interés que tiene esta iniciativa para grupos de empresa. "Uno pregunta: ¿Te acuerdas de cuando comimos este plato en aquella feria? Eso incentiva la conversación entre los clientes, sin que el maître la acapare", relata. El gerente de El Portalón señala que los hosteleros como ellos traducen sus cartas, pero que los menús rotan en el tiempo. Por ello, las cartas-diccionario "ayudan mucho, pues los clientes se sienten más cómodos sabiendo lo que comen. Luego, por ejemplo, un sueco cree que va a tener que hablar en inglés, lo que no se espera es que puedan comunicarse en su propio idioma". Alberto cuenta que la reacción habitual de los comensales de otros países es "de gratitud, pues aportas calidad al servicio".

A El Portalón acuden más franceses, italianos, ingleses y alemanes que, por ejemplo, escandinavos, y "alguna vez hemos traducido un menú ad hoc para japoneses". Efectivamente, una de las previsiones de Alava Incoming -que ha pretendido hacer "un guiño" a los turistas diversos- es añadir algún idioma asiático, según narra su gerente, Inés Cibrián. El responsable de El Matxete observa que "a veces no hablan inglés y es difícil entenderse". Más adelante harán más complejas estas traducciones para que los clientes sepan cómo maridar ciertas comidas con algunos vinos, cómo se hace un pilpil, etc. Y es que estos diccionarios también están en los hoteles, bodegas y vinotecas asociados, y los hay en braille, lo cual, según Cibrián, mostraría "una forma de sensibilidad" del establecimiento.