NICOLAS Sarkozy y Carla Bruni cumplen hoy dos años de matrimonio en los que la pareja ha dado continuas muestras de cariño, pero la mayoría de los franceses opina que al presidente le puede más el poder que el amor de su esposa. Un 69% de los ciudadanos cree que, aunque Carla se lo pidiera, "Sarkozy no abdicaría", según una encuesta de Ipsos con motivo del segundo aniversario de su boda. No parece que la ex modelo y cantante vaya a arriesgarse a pedirle algo así, a juzgar por sus recientes declaraciones en las que dejaba claro que "es cosa suya" decidir si se presenta o no a la reelección en 2012. Precisaba, no obstante, que "como esposa, un mandato para Sarkozy sería suficiente".
La primera dama tendrá que esperar a que él tome la decisión y seguir, mientras tanto, ejerciendo de presidenta, algo que se le está dando mejor de lo que pensaban quienes auguraban que El Elíseo se vería rodeado de escándalos con su llegada. Prudente, elegante y en un discreto segundo plano, la mujer del presidente se ha ganado el respeto de todos y este último año ha aprovechado su posición y apellido para desarrollar una nueva labor, la humanitaria, en calidad de embajadora del Fondo Mundial contra el Sida. De hecho, acaba de regresar de Benin, donde en compañía de Belinda Gates -la esposa del fundador de Microsoft, Bill Gates y copresidenta de la Gates Fundation-, ha revisado los proyectos que sus asociaciones llevan a cabo en ese país. Para realizar ese viaje ha tenido que ausentarse de la habitual cena de la moda que, cada año, se realiza al término de los desfiles de alta costura y no ha podido acompañar a su marido en su 55 cumpleaños.
En estos dos últimos años, Carla Bruni-Sarkozy, de 42 años, ha podido desprenderse un poco más de la aureola de frivolidad que le rodea y ha estado a la altura, aunque a veces haya tenido que renunciar a algunas cosas o no haya podido evitar "ofenderse". Eso fue lo que ocurrió el pasado fin de semana cuando un periodista le preguntó sobre el escándalo Clearstream por el que fue procesado el ex primer ministro francés y rival político de Sarkozy, Dominique de Villepin. "No me interesa nada (...) Me siento un poco secuestrada sobre este asunto", respondió.
"Sarkono, SArkosi" También le ha hecho sentirse incómoda una de las canciones del próximo Festival de Sanremo que se refiere a ella y a su marido de forma irónica y por la que ha decidido cancelar su participación en el popular certamen. "Pero menos mal que existe Carla Bruni. Somos así. Sarkono, Sarkosi... si se habla de ti, el problema no existe", dice la letra de la canción que no le habría gustado. El conocido presentador italiano Massimo Giletti anunció ayer en la RAI que la ex modelo, que estaba previsto que cantase con el veterano Gino Paoli, no estará en Sanremo. Según Giletti, Bruni se habría sentido ofendida por la canción Meno male, de Simone Cristicchi, y lanzó la hipótesis que el abandono se puede deber a un "veto" del Elíseo.
Son gajes de un oficio que, según el citado sondeo publicado por la revista Point de vue, Carla Bruni está haciendo bien, en su justa medida. De hecho, un 66% de los encuestados cree que no debería ser más visible como primera dama y sólo un 25% opina que ejerce influencia en las decisiones políticas de su marido, frente a un 30% que considera lo contrario. Ella dijo en noviembre que, como en cualquier pareja, "cada uno tiene una influencia personal sobre el otro", pero acto seguido puntualizó que no tiene ninguna influencia política sobre Sarkozy. "¡Afortunadamente, si no sería un infierno!", agregó.
La mayoría aprueba también su independencia y su libertad a la hora de elegir su trabajo fuera del Elíseo, cumpliendo al mismo tiempo con sus obligaciones de representación en el exterior. Nadie le impone ni le prohíbe nada, según la primera dama, quien se ha tomado la libertad, por ejemplo, de subirse a un escenario en Nueva York para participar en el homenaje que se rindió a Nelson Mandela con motivo de su 91 cumpleaños.
Este año es muy posible que, a su faceta musical y humanitaria añada la cinematográfica y se ponga a las órdenes de Woody Allen en un papel que todavía no se ha concretado, pero al que ya ha hado el "sí". El papel que tiene pendiente es el de volver a ser madre, un deseo que nunca ocultó y que está dispuesta a materializar, en caso de que no logre quedarse embarazada, a través de la adopción.