bilbao. "¿Te acuerdas...?". La conversación comienza entre interrogaciones, muy parecidas a aquellas que sobrevolaron las intenciones de Javier Iturbe e Iñaki Oria cuando en 1988 les ofrecieron organizar una carrera de cross en Bilbao. "Veníamos del mundo del ciclismo y hubo una confusión. Pensábamos que nos pedían una prueba de ciclocross y preparamos un proyecto en el Parque de Doña Casilda, el único lugar con barro...".

Pero les pedían el diseño de una carrera popular...

Eso es. Cuando lo aclaramos, los dos dijimos a la vez ¡no!

No tienen, lo que se dice, poder de convicción.

Ja, ja, ja. Nos pidieron más reflexión y empezemos a proponer disparates: una carrera popular, sin ganador, sin clasificaciones, con trofeos para todos... Casi todas las buenas ideas nacen de este tipo de despropósitos.

Y, para su asombro, lo aceptaron...

Así es. No teníamos ni idea de atletismo pero hicimos el planteamiento y cayó bien.

Veintidós años sin entregar un duro a los vencedores... ¿Rehuyen la prueba los profesionales del cross?

Qué va. La filosofía es que la carrera sea una fiesta y, al final, eso contagia. Por aquí han pasado grandes nombres del deporte...

¿Incluidos esos ciclistas con los que estaban acostumbrados a trabajar? Perico Delgado corre como un gamo y Abraham Olano ha participado en la maratón de Nueva York, al igual que Armstrong, aunque, hay que confesarlo, éste jamás ha participado en la Herri Krosa.

¿Hace falta pulmón y tenacidad para completar el recorrido?

No. Ése es el secreto. Son diez kilómetros y hay un límite de dos horas así que andando también se llega. Y como no importa ser el primero o el último.

¡Sin esa motivación pierden alicientes!

¡Qué va! Hay despachos en los que participan, por ejemplo, ocho oficinistas y se cruzan apuestas. Los cuatro últimos pagan la comida de los ocho.

¡Correrán como galgos!

¡No vea! Uno puede competir contra sí mismo, contra sus límites. Puedes hacerlo contra tu pareja o contra quien quieras. Pero lo mejor es que puedes, no que debes.

Aún se recuerda aquel día de las nieves...

Fue terrible. Quedaba apenas una hora para la carrera y la nieve cuajó. Tres centímetros, todo un mundo para desplazarse en equilibrio. Lo curioso es que la gente era feliz cuando veía aquel paisaje. Casi se diría que agrandó la fiesta.

¿Otra anécdota?

Un día llamó un corredor catalán, agradeciéndonos que le dejásemos inscribirse en la Universidad de Lleida. Dimos mil vueltas hasta descubrir que donde podía hacerlo era en... ¡la de Leioa!

¿Cuál es la virtud secreta de la Herri Krosa?

Hay algo que nos enorgullece. Mucha gente que vive fuera lo ha tomado como una excusa para regresar a Bilbao. Se pasan todo el año en el exterior y vuelven a casa por estas fechas. Es un orgullo propiciar estos reencuentros.

La competencia entre amigos, el reencuentro con la ciudad... Todo eso se puede hacer sin correr, ¿Para qué sirve salir como un galgo?

¡Para que no te cojan!

¿Quiénes?

La pereza, la desidia, la falta de ilusión... ¡Qué se yo!

Les ofrezco organizar una maratón de Bilbao al estilo neoyorquino...

Algo busca con esa oferta, algo sabe.

No me diga que...

No, no. Top secret.

Y la Behobia-San Sebastián.

¡Jamás! Lo nuestro es Bilbao puro y duro. Es nuestro gran amor.