El Moulin Rouge no sabe de crisis
El cabaret Moulin Rouge, templo francés del espectáculo y las vedettes de largas piernas y amplios escotes, cumple 120 años, pero lejos de envejecer, goza de una salud de hierro en la que la crisis no hace mella.
CADA noche vendemos el 97 por ciento de las entradas, no notamos la recesión en absoluto", cuenta la portavoz del Moulin Rouge, Fanny Rabasse. El público sigue dispuesto a pagar unas entradas que van de los 80 a los 400 euros para disfrutar del espectáculo bebiendo una copa o degustando una de las tres cenas, con nombres tan emblemáticos como Cancán Francés, Toulusse Lautrec y Belle Epoque, en función del importe desembolsado. No pasan de moda los bailes de las sesenta bailarinas enfundadas en plumas y lentejuelas. Y sigue corriendo el alcohol en un teatro que vende cada año 240.000 botellas de champán, convirtiéndose en uno de los mayores consumidores de la bebida francesa por antonomasia. Así, la crisis no afecta al cabaret situado en el barrio rojo de Pigalle, al pie del Montmartre parisino, sino que más bien impulsa el negocio. La necesidad de divertirse se acentúa quizás aún más en tiempos de problemas: vestidas de domadoras o de gatas, las vedettes ayudan a los espectadores a sumergirse en un mundo alejado de la cruda realidad, en el embrujo de las mil y una noches, en la despreocupada vida de la belle epoque.
Ésa ha sido la misión del cabaret desde su fundación, el 6 de octubre de 1889, coincidiendo con la Exposición Mundial de París. No tardó en darse a conocer, sobre todo después de que la policía prohibiera el baile del cancán, durante el que las bailarinas alzaban sus piernas dejando a los espectadores ver debajo de sus faldas. Se tachó de obsceno el espectáculo, lo que no hizo más que aumentar su popularidad. Grandes estrellas ocuparon el escenario del Moulin Rouge, entre ellas Mistinguett, una de las artistas mejor pagadas en las décadas de los veinte y los treinta del siglo pasado. Pero bajo el molino rojo que decora el tejado en recuerdo del pasado campesino del barrio ya no sólo se baila. Ahora también se incluyen números cantados, de magia y humor. Entre las novedades figura un ventrílocuo que hace hablar al público o una bailarina que comparte acuario con una serpiente pitón. Aunque la gran atracción sigue siendo el cuerpo de baile, las llamadas chicas Doris, en honor a la fundadora del grupo, Doris Haug. "El espectáculo del Moulin Rouge no es puramente erótico ni pornografía", subraya la portavoz del teatro.
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