Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y de la Universidad de Zaragoza (UniZar) han identificado una molécula humana, el péptido endógeno, que bloquea la sinucleína, la proteína que desencadena la enfermedad de Parkinson

El estudio, publicado en la revista científica Nature Communications, abre la posibilidad de crear nuevas estrategias terapéuticas y de diagnóstico para la enfermedad de Parkinson.

Mediante el análisis computacional de más de 25.000 péptidos humanos, el equipo investigador ha descubierto tres moléculas con actividad antiagregante que diferencian entre la sinucleína funcional y la tóxica.

El péptido identificado, el LL-37, que se encuentra de manera natural en nuestro organismo, se une a las formas tóxicas de la sinucleína "con una potencia superior a la de cualquier péptido anteriormente descrito, equivalente a la de un anticuerpo".

"Inhibe la agregación a concentraciones muy bajas y protege totalmente a las células neuronales del daño causado", han agregado los investigadores.

La actividad del LL-37, según el equipo investigador, "puede responder a un mecanismo desarrollado por el propio organismo para luchar de manera natural contra la enfermedad".

Además de la molécula humana, los investigadores han identificado un segundo péptido presente en bacterias y un tercero que han construido artificialmente.

TERAPIA PARA EL PARKINSON

Ante estos resultados, el investigador del Instituto de Biotecnología y Biomedicina (IBB) de la UAB y coordinador del estudio, Salvador Ventura, señala que "existe la posibilidad de que una terapia para el Parkinson se encuentre ya en nuestro interior y solo debamos activarla de la manera adecuada".

"Hasta la fecha, no existían moléculas capaces de identificar de manera selectiva y eficiente los agregados tóxicos de a-sinucleína, los péptidos que presentamos en este sentido son únicos y tienen un gran potencial como herramientas de diagnóstico y pronóstico", sostiene la investigadora de UniZar Nunilo Cremades.

La colaboración entre la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad de Zaragoza (UniZar) también estudiará cómo regular la expresión del péptido LL-37 para determinar si podría convertirse en "una terapia segura con potencial para incidir en el curso de la enfermedad".