Las patologías de la alimentación como la obesidad afectan de forma directa a la salud mental de los pacientes al estar asociada a Trastornos del Estado de Animo y de Ansiedad, según advierte la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR), que apunta a la colaboración multidisciplinar dentro del Sistema Nacional de Salud como elemento fundamental para el correcto tratamiento de los pacientes.

Las principales guías de práctica clínica en el tratamiento de la obesidad recomiendan incluir intervenciones psicológicas en el abordaje integral y multidisciplinar de la persona con sobrepeso y obesidad. De hecho, tal y como indica Miriam Félix, psicóloga clínica y experta en Trastornos Alimentarios y Obesidad, "el papel del psicólogo clínico es doble".

"Por un lado, permite a la persona entender cuáles son los factores psicológicos que le pueden llevar a comer de forma inadecuada y ayudarle a modificarlos, a la vez que monitoriza y promueve el cambio en la conducta alimentaria y la actividad física, y por otro colabora con otros profesionales sanitarios para facilitar la comprensión de la conducta humana y optimizar la pautas terapéuticas y, con ellas, los cambios de conducta", ha señalado.

Según los datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud y supone un factor de riesgo para numerosas enfermedades crónicas, entre las que se incluyen la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.

Este organismo internacional alerta también de que la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial y señala que cada año mueren cerca de 2,8 millones de personas por esta causa. En el Estado, las cifras son inquietantes. Los datos proporcionados por la última Encuesta Nacional de Salud (MSCBS, 2017) indican que en la población adulta la prevalencia de la obesidad estaba en el 17 por ciento mientras que el sobrepeso ascendía al 37 por ciento.

En el caso de los menores estos valores son, si cabe, más alarmantes, ya que el 10,3 por ciento de entre 2 a 17 años presenta obesidad y el 28,26 por ciento tiene sobrepeso, constituyendo el Estado el cuarto país europeo de mayor prevalencia de obesidad en esta población (MSCBS, 2017).