LOS habitantes de Eleizondo, barriada de Zeanuri, vivirán este domingo una de sus jornadas del año, tan modesta como singular. Al igual que hacen desde más de 60 años, sus habitantes volverán a festejar San Valentín con la medición de la encina de La Piedad, una tradición a la que rodean de actos festivos y religiosos.

La medición de la encina es una tradición que se repite desde hace 62 años en la localidad vizcaina el domingo siguiente a la festividad de San Valentín. En el pueblo se destaca que "se trata de una celebración modesta, pero al mismo tiempo singular y entrañable". El programa de actos se inicia a las 11.30 del mediodía, con una misa en la parroquia de Andra Mari, que se halla a escasos 50 metros de la ermita de la Piedad.

Seguidamente, los vecinos y visitantes participarán en el traslado en procesión de la imagen de San Valentín desde la parroquia a la ermita de la Piedad, que forma parte del conjunto monumental de la barriada, junto a la parroquia de Andra Mari, la ermita humilladero de La Piedad y la cruz conmemorativa de Néstor Basterretxea.

A continuación, a las 12.15 horas, se procederá al acto de medición de la encina, sita frente a la ermita. Tras la medición y la firma del acta, el mayordomo de este año, Gabriel Herreros, pasará el libro de actas y las llaves de la ermita al mayordomo del próximo, Xavier Intxaurraga y, finalmente, se repartirá entre los asistentes el barauskarria, un tentempié consistente en tocino, pamitxa y vino.

Todos estos actos se desarrollarán en un ambiente animado por los txistularis y bertsolaris del municipio arratiano.

TRADICIÓN En el programa festivo llama la atención el curioso acto de la medición de la encina. Se trata de una tradición que se remonta al año 1959 y que año tras año se ha ido repitiendo el mismo día de SanValentín o la jornada en la que se celebra la fiesta. Según el vecino Pedro Lejarza, "la actual encina sustituyó a otra que existía en el mismo lugar; se plantó en el año 1958, la trajeron Guillermo y Marcos, del caserío Zutzute, en un carro tirado por una yunta de vacas desde el monte Eleizbaso, y la plantaron junto con los demás vecinos de la barriada".

En los últimos años, a medida que fallecían las personas mayores de la localidad, la tradición de la medición fue perdiendo fuerza, hasta que en el año 2007 "nos dimos cuenta de que no la podíamos dejar desaparecer", apostilla este vecino. Además de honrar a sus antepasados, últimamente se otorga un cierto carácter oficial al acto con un libro de actas donde firman el mayordomo, el secretario y la persona que mide la encina.