EL DS9 apunta alto. La nueva propuesta de la firma de lujo escindida de Citroën en 2014 es una berlina de generosas proporciones, armoniosa hechura, tecnología puntera y exquisitas dotaciones. No es extraño, por tanto, que DS quiera atravesar con ella las puertas de la gloria y acceder al territorio que habitan los referentes premium europeos, más concretamente alemanes. En principio, al candidato no le faltan méritos, sino pedigrí. Y ese ingrediente solo se consigue con el beneplácito del mercado, después de años haciendo las cosas tan bien como hasta ahora.

La pretensión y el destino del DS9 es medirse de tú a tú con creaciones de Audi, BMW y Mercedes-Benz. Por sus características -tamaño, versiones y precio- el pretendiente galo se sitúa a caballo de las dos líneas de producto bien definidas que siguen sus anhelados rivales. Mide casi cinco metros, despliega una oferta con variantes entre 225 y 360 CV, y abre su tarifa en 54.000 euros. Así que puede codearse con versiones del A4 y del A6 de los anillos, del Serie 3 y del Serie 5 bávaros y del Clase C y el Clase E con la estrella. Las fortalezas del DS9 a la hora de competir con todos ellos tienen que ver con sus connotaciones innovadoras y con su impecable relación calidad-precio. Pueden bastar para compensar el sólido prestigio social del potencial enemigo y así cautivar a esa parte de clientela inmune a la opinión ajena.

El aspirante al ingreso en la élite es un sedán de marcado estatus, fruto de la alta costura francesa, si bien se fabrica en China para todo el mundo. Al igual que los contados productos de la marca DS, cultiva un estilo sereno y refinado, que no corre el menor riesgo de conflicto por emplear rasgos estridentes o excesivamente atrevidos. Gusta a primera vista, quizá sin desatar pasiones ni provocar bruscos giros de cabeza a su paso, pero con la seguridad de que su elegancia es de las que perduran.

Es, por otra parte, un automóvil confortable y acogedor, incluso para los más sibaritas. Su carrocería de tres cuerpos perfectamente definidos suaviza sus líneas empleando trazos sinuosos que disimulan algo la considerable corpulencia. El DS9 presenta una longitud de 4,93 metros, ocupa 1,93 de ancho y alcanza 1,46 de alto. Estrena una versión de la plataforma EMP2, compartida por varios modelos del grupo Stellantis, que propicia aumentar la distancia entre ejes hasta unos inéditos 2,90 metros, de lo que se benefician los inquilinos de las plazas traseras. Apenas les afecta el declive del techo, que se prolonga hasta la zaga imitando facciones de cupé. El portaequipaje ofrece 510 litros.

El DS9 brinda una cálida acogida a bordo. Ofrece todas las comodidades imaginables, una decoración esmerada, materiales de primera calidad perfectamente rematados y avanzados recursos de bienestar y confort. El fabricante propone dos puestas en escena interior, a cuál más suntuosa.

Es, en definitiva, un coche idóneo para hacer kilómetros, que satisface por igual a quien maneja el volante y a quien declina conducir para convertirse en pasajero. Una y otra posición permiten disfrutar, por ejemplo, del intachable compromiso entre comodidad y aplomo que depara la suspensión activa; adapta su firmeza en milisegundos a las irregularidades del suelo detectadas por la cámara frontal.

A ese satisfactorio comportamiento dinámico contribuyen decisivamente las motorizaciones seleccionadas. Son cuatro de las más modernas soluciones desarrolladas por el grupo PSA, reconvertido en Stellantis tras la absorción de Fiat Chrysler. En su estreno, el DS9 emplea dos bloques distintos con idéntico rendimiento de 225 CV: el propulsor gasolina 1.6 Pure Tech y el E-TENSE híbrido enchufable, ambos asociados a transmisión automática de ocho relaciones. A final de año se incorporará al reparto la variante más solvente (360 CV) con impulsión mixta, estrenada ahora en el Peugeot 508. A comienzos de 2021 se sumará la tercera factura E-TENSE, con 250 CV y autonomía eléctrica extendida.