A línea C4 de Citroën cambia de vía para separar al peculiar Cactus de la no menos particular generación que lo sucede. La marca de los galones coquetea de nuevo con el redundante estilo SUV a fin de adecuar a las exigencias de la moda actual la estampa de la última entrega de su turismo medio. Lo hace con indiscutible osadía, no exenta de gracia, mezclando facciones cupé con guiños camperos para conseguir una imagen original y resultona. En esta reinvención, que no defrauda, el constructor francés continúa cultivando cualidades como la docilidad y el confort de marcha. Apuesta por un minimalismo ornamental compatible con las más avanzadas tecnologías. El C4 es uno de los pocos modelos de su clase en ofertar desde el principio motorizaciones diésel, gasolina y eléctrica a precios competitivos.

El C4 juega al equívoco con ese cruce de diseños que pretende hacerlo pasar por un SUV con trazas deportivas, impostura que al menos provoca una grata impresión visual. No solo entra bien por los ojos, sino que también tiene el mérito de no parecerse a otros. Y eso es un punto a su favor, ya que marca diferencias en una época en la que proliferan los parecidos razonables y la clonación en distintas tallas.

A la hora de esbozar las líneas de este vehículo, sus autores han partido de un folio-pantalla en blanco. Los únicos límites a su creatividad los imponían las dimensiones y la receptividad del público. El desenlace de ese proceso creativo es un inusual turismo de talla media (4,36 m de largo, 1,80 de ancho, 1,525 de alto y 2,67 entre ejes), con silueta mestiza. Por un lado, adopta una inclinación en la popa digna de los formatos cupé; al mismo tiempo, imita a las creaciones crossover abultando los pasos de rueda, protegiendo sus bajos con fibra y realzando su plataforma (deja 15,6 cm libres hasta el suelo).

Esa figura y esas proporciones determinan tanto la identidad como las posibilidades de utilización del modelo. Su cabina presenta las cinco plazas habituales en esta categoría de turismos, en los que es preferible no montar más de cuatro. Como siempre, las delanteras son bastante más cómodas y holgadas que las traseras, donde hay más espacio del habitual para las piernas y menos para la cabeza debido a la forma del techo y al declive del parabrisas posterior. El maletero brinda 380 litros, capacidad semejante a la que ofrecen varios modelos de la competencia.

El C4 pone la guinda a su peculiar estampa con la firma lumínica de un juego de luces diurnas y faros de tres módulos, ambos de LED, como lo son también los proyectores antiniebla que completan el semblante. Asimismo, el recién llegado exhibe en la zaga diodos en forma de V, acordes al estilo del frontal.

Su ambientación interior es cualquier cosa menos barroca. La depurada y sencilla puesta en escena se acompaña de materiales de aceptable calidad con ajustes correctos. Solo resulta espartana en el acabado básico de los cuatro propuestos (Live Pack, Feel, Feel Pack y Shine), posibilidad que el configurador de la marca ni siquiera plantea; Citroën ofrece, además, cinco ambientaciones interiores. Las definiciones se van pertrechando paulatinamente. Desde el segundo nivel se incluyen de serie elementos como climatizador bizona, ayuda al aparcamiento trasero, freno de estacionamiento eléctrico, sensor de lluvia, faros antiniebla con función de giro en curva, etc.

El candidato recibe también sofisticaciones de asistencia a la conducción y recursos que persiguen la seguridad y el bienestar a bordo. En esta faceta destaca la aportación de los Amortiguadores Progresivos Hidráulicos, desarrollados por Citroën para acolchar las reacciones de la carrocería un poco (demasiado para las personas propensas a practicar una conducción ágil) y fomentar el confort de marcha. Con esa misma finalidad, la marca francesa propone disfrutar de unos asientos con estructura más mullida.

El C4 instala cuadro de instrumentos digital y corona su salpicadero con una generosa pantalla táctil (25,4 cm) que permite controlar las principales funciones. Dependiendo de la definición elegida, que es como decir del dinero apoquinado, el menú del vehículo va agregando nuevos recursos. Entre ellos destaca el sistema de control de movimientos en autopista, reservado a la terminación superior con transmisión automática, que coordina el programador de velocidad activo y el mantenimiento de la trayectoria para guiar el coche por su carril en pleno tráfico. La última generación de C4 cuenta, asimismo, con dispositivos de estacionamiento semiautomático, de detección de obstáculos en el ángulo ciego, de frenado autónomo para evitar colisiones y atropellos de viandantes y ciclistas, etc.