EL último lanzamiento de Mini obliga a los detractores de los coches eléctricos a replantearse su postura. La versión Cooper SE apuesta por este tipo de movilidad sostenible, con emisiones cero, sin renunciar a la esencia deportiva que distingue a la marca británica del grupo BMW. La nueva creación rebosa estilo y carácter, lo que la sitúa en las antípodas de otras propuestas rivales con enfoque más electrodoméstico. Se diría también que a este Mini le sobra precio (desde 33.950 euros), si no fuese por el alto nivel de equipamiento ofrecido. Lo que le falta es un poco más de autonomía: sus 234 kilómetros de alcance ideal colman las necesidades cotidianas de la mayoría, pero están lejos de lo que promete la última hornada de compactos eléctricos.

A diferencia de otras firmas, que han optado por desarrollar automóviles eléctricos y luego acoplarlos a su repertorio, Mini altera el orden de los factores para conseguir que uno de sus productos más genuinos se transforme en eléctrico. El resultado es este Cooper SE, miembro de pleno derecho de la familia, cuya particularidad consiste en que utiliza impulsión eléctrica. Pero ni su imagen ni sus modales se desvían de la glamurosa y vehemente ortodoxia de la casa. Ser eléctrico no implica necesariamente volverse espartano y funcional, mucho menos aburrido.

Desde luego, no es el caso. La primera creación cero emisiones de la firma - con permiso de las quinientas unidades de la serie experimental Mini E de 2009- aprovecha el potencial dinámico de la electricidad para poner de relieve una enorme agilidad. Si por algo se caracteriza toda motorización eléctrica es por la facilidad para suministrar potencia de manera inmediata. Esta facultad obliga a los fabricantes a dosificar dicha entrega, a fin de hacer gobernables los coches de este tipo, algo que resultaría imposible si toda la energía llegara de golpe, como cuando se acciona un interruptor.

En el Cooper SE no sucede así, al menos si quien conduce no lo decide expresamente. Sus creadores han dotado a este modelo de una capacidad de reacción semejante a la de su homólogo con motor de gasolina. A tal fin se han decantado por un potente bloque eléctrico, que lanza en estampida 184 caballos con destino a las ruedas delanteras en cuanto el pie hunde el pedal derecho. Este gesto desencadena un considerable poder de aceleración, que permite progresar de 0 a 100 km/h en 7,3 segundos, alcanzando los 60 km/h en 3,9 segundos. Son prestaciones solo al alcance de ciertos deportivos y de grandes berlinas. La velocidad punta, no obstante, queda voluntariamente limitada a unos discretos 150 km/h.

Dicho de otro modo, el Mini eléctrico sorprende mostrando un comportamiento sumamente ágil y gratificante. Ahora bien, disfrutar asiduamente de dichas cualidades comporta asumir que la autonomía quedará lejos de los 234 kilómetros augurados en los registros de homologación. Así que para acercarse a ese objetivo no queda sino moderar la presión sobre el acelerador y practicar una conducción sosegada. El software del propio coche pone a disposición de quien pilota los medios para extender en lo posible el alcance (el fabricante sugiere que puede llegar hasta 270 km). En esas circunstancias, el consumo combinado de energía se sitúa entre 15,0 y 13,2 kWh/100 km, sin generar emisión alguna de dióxido de carbono.

El modelo cuenta con un dispositivo de control dinámico de la conducción provisto de cuatro modos de respuesta (Green+, Green, Mid y Sport), de efusividad creciente y consumo inversamente proporcional. También incluye un sistema de regeneración de la energía con dos niveles de recuperación; el más intenso, activo en el momento de arrancar, ofrece tal grado de retención que hace casi innecesario el uso del freno en ciudad, ya que detiene el coche en cuanto se suelta el acelerador.

El bloque impulsor del Cooper SE va nutrido por la electricidad que almacena una batería de iones de litio de 32,6 kWh. La conforman doce bloques, cada uno de ellos con ocho celdas, emplazados en forma de T en el piso, debajo del asiento posterior y entre los delanteros. Además de rebajar en 3 centímetros el centro de gravedad del vehículo, esa distribución preserva íntegramente la capacidad del maletero, que repite los 211 litros ofrecidos por la variante con motor convencional.

Ese acumulador puede reabastecerse en doce horas de conexión a un enchufe doméstico. Un punto de carga tipo wall box de 7,4 kW precisa algo más de tres horas para reponer el 80% del contenido, espera que se reduce a dos horas y media en un poste de 11 kW; un cargador público de 50 kW tarda 35 minutos en devolver el 80% de la energía y casi hora y media en acopiar el 100%.

Mini propone cuatro definiciones de producto consecutivas para el Cooper SE. La más sencilla es la S (33.950 euros), que recibe un notable equipamiento: adaptador de carga rápida AC/DC, luces LED, climatización bizona, calefacción con bomba de calor, freno de mano eléctrico, navegador conectado, control de crucero con función de frenado, asientos deportivos, etc. Las dotaciones van aumentando al compás del precio en los acabados M, L y XL (36.500, 39.000 y 41.000 euros) hasta alcanzar niveles de sofisticación llamativos en la categoría Premium.