Mazda aprovecha bien el filón comercial aflorado por el concepto SUV. Tras la buena acogida que el mercado dispensa a sus dos primeras propuestas de este tipo, se ha animado a esbozar otra más. Nace así el CX-30, un crossover de proporciones medias emparentado con el Mazda3. Tomando como punto de partida este renovado turismo, la firma nipona ha desarrollado una tercera conjugación crossover que elimina fisuras en su repertorio. El debutante se inscribe entre el escueto CX-3 y el corpulento CX-5, modelos con los que comparte el elocuente discurso estético que distingue a los productos de la casa. El catálogo del CX-30 contempla dos propulsores de gasolina, uno de 122 CV y otro con 180, además de un turbodiésel de 116 CV. La última incorporación a la familia Mazda está disponible a partir de 27.575 euros, sin contabilizar descuentos promocionales.

El nuevo fichaje encontrará adeptos entre los partidarios del estilo SUV que buscan un vehículo polivalente, pero de dimensiones comedidas. El CX-30 mide 4,395 metros de largo, 1,80 de ancho y 1,53 de alto; distancia 2,65 metros sus ejes y procura un hueco de carga de 430 litros. Confrontado con sus hermanos, ocupa una posición equidistante.

El mayor es el CX-5, que necesita 15 centímetros adicionales a la hora de aparcar, cubre 4 más de ancho y es notablemente más alto. Pese a esa considerable envergadura, su portaequipajes tan solo aventaja en 47 litros al de la creación más reciente. Por otro lado, comparado con el pequeño CX-3, el debutante estira su eslora 13 centímetros, 8 de los cuales alargan la batalla para fomentar la amplitud de la cabina, idónea para cuatro adultos; el CX-30 es 3,5 cm. más ancho, muestra una altura similar, al tiempo que incrementa en 90 litros la capacidad del maletero.

Así pues, frente al modelo superior, el intermedio juega las bazas de su precio más asequible y de la mejor manejabilidad propiciada por sus proporciones menos aparatosas. Esos mismos argumentos resultan válidos en la comparación con el CX-3, al que el recién llegado supera claramente en versatilidad sin disparar los costes.

El CX-30 representa, asimismo, una alternativa razonable al Mazda3. Su propuesta formal acorde a la moda suscitará ciertas dudas a una parte de la clientela potencial del turismo medio. El SUV compacto no establece grandes diferencias con él en el plano de la habitabilidad, pero sí en aspectos como la accesibilidad y el confort a bordo que procura la posición realzada de sus asientos. Uno y otro modelo comparten gran parte de sus elementos estructurales, el abanico motriz, así como la puesta en escena interior.

El Mazda CX-30 se comercializa con los tres niveles de terminación habituales. En todos ellos aparece provisto de llantas de aleación, climatizador, sistema multimedia compatible con móviles iOS y Android, además de medidas de seguridad como el detector de fatiga y el sistema de frenado automático de emergencia. La tarifa oficial del modelo comienza en 27.575 euros, importe sin descuentos de la motorización y el acabado menos ambiciosos, para culminar en los 40.675 euros que reclama la variante más potente y pertrechada.