BILBAO - Su nombre suena en los despachos de la marca en Madrid, y también en los de la competencia. No es extraño. El currículo de Ibon Molinos, un diplomado en Relaciones Laborales al timón comercial de MINI Enekuri Motor, presenta algunos de los mejores registros de ventas conocidos en la compañía. Él confiesa, con una mezcla de pudor y de legítimo orgullo, que en los seis años que lleva prestando sus servicios en MINI ha vendido más de mil coches. Y esa cifra es importante, reconoce complacido, porque representa muchas personas satisfechas.

¿Más allá de las cualidades del producto y de sus aptitudes profesionales, a qué achaca los buenos resultados de su firma en Bizkaia?

-A una combinación de factores, empezando desde luego por la calidad de MINI, que sorprende desde el primer momento. La verdad es que aquí alcanzamos una penetración superior a la media española: estamos en un nueve y pico por ciento, tres puntos por encima, y dependiendo del mes hemos llegado a estar hasta en un 11%. ¿Los motivos? Pues entre otras razones porque desde la gerencia del grupo Enekuri se ha apostado por la marca, aumentando el equipo humano y los metros de instalación. Pero la clave del éxito es el producto y el trato humano; el precio lo puede bajar cualquiera.

MINI es una firma singular, ¿lo es también su clientela?

-La clientela es tremendamente fiel, parece mentira. A pesar de que van pasando los años, repite y sigue siendo fiel a MINI. Siempre se ha dicho que tenemos un público exigente y con gran presencia femenina. Nuestra experiencia dice que la mujer, si no clienta directa, sí que actúa como inductora de la compra en muchas operaciones. Suele ser más sensible a aspectos como la moda, el diseño o los acabados, puntos fuertes de MINI. Algunos hombres quizá tardan más en descubrirlos, pero lo hacen cuando prueban uno de nuestros coches y quedan convencidos por su comportamiento dinámico excelente.

Habla de descubrir su marca. ¿Cree que, pese a estar considerada un icono de la moda, aún no es suficientemente conocida por el gran público?

-Sí se conoce la marca, pero no tanto las cualidades de sus productos. Cada vez hay menos gente que viene atraída solo por el diseño. Los modelos actuales transmiten sensaciones de conducción y de seguridad muy altas. Prueba de ello es que la gente vuelve de la toma de contacto convencida de que este es su coche. Esa prueba es lo que hace que la operación se cierre. La evolución de MINI en estos sesenta años ha sido espectacular. Nuestros coches salen de fábrica con un bagaje tecnológico de serie impresionante.

¿Por qué productos de su gama siente predilección ese público vasco tan particular?

-Aquí, sin duda, la estrella es el Countryman. Estamos casi en un 75% de ventas. El objetivo de la marca para el mercado español es alcanzar el 55% de matriculaciones con este modelo. Así que nosotros estamos potentes en un segmento donde no teníamos presencia hasta hace poco. El Countryman tiene imagen, capacidad, maletero? y buen precio. MINI posee una imagen potente, y eso hace que muchas empresas comiencen a apostar por nuestra marca, que además tiene un valor residual elevado que se mantiene más tiempo.

Su marca apuesta por una progresiva electrificación ¿Será en detrimento del diésel?

-MINI sigue confiando en el diésel, combustible estratégico para reducir las emisiones contaminantes. En el Countryman y en el nuevo Clubman, que sale en julio, se apuesta por el diésel. Donde ya no se fabrican versiones diésel es en el tres y cinco puertas y en el Cabrio, porque en diciembre sale el eléctrico.

¿Qué papel espera que juegue esa variante eléctrica?

-El eléctrico es el futuro, aunque vivimos en presente. Así que no va a ser un fenómeno inmediato. De todos modos, MINI no puede quedarse atrás de la tendencia del mercado, que apuesta por la sostenibilidad. Nuestro eléctrico es un coche que ofrece 250 km de autonomía, pero que no renuncia a la esencia deportiva, ni al diseño distintivo y reconocible a distancia de siempre.