Constancia, Resu, Conchi, Nati, Maruja y Tiste, seis mujeres mayores de Villarmienzo, un pequeño pueblo de Palencia, iluminan el proyecto Tributo a la bata, con el que la fotógrafa Lucía Herrero homenajea y empodera a las matriarcas y a la prenda icónica que durante décadas han vestido la bata. Se trata de un proyecto en curso que ha ido añadiendo capítulos en otros puntos de la geografía española y estos días retoma fuerza en las redes sociales, donde estas “supermujeres en bata” están más de moda que nunca.

Y es que, como explica Herrero en una entrevista con Efe, “después de la cuarentena y todo lo que hemos vivido, la tercera edad ha cobrado mucha importancia”.

“Hemos temido por la vida de nuestros padres y abuelos”, continúa. Quizá por eso estas imágenes llenas de vitalidad, humor y luz se han convertido en el contrapunto perfecto a la penumbra del confinamiento y se reproducen en las redes sociales despertando de nuevo a esas matriarcas de generaciones pasadas.

“Mi estudio gira en torno a la bata, una prenda icónica, y las mujeres que la llevan, que están en peligro de extinción”, explica Herrero. Para ello, la fotográfa ha buscado con cada instantánea a “la mujer que hay detrás de la bata”, aquella que pertenece a una sociedad patriarcal y a una generación a punto de desaparecer. Explica que se topó con el primer capítulo de este proyecto en la boda de su prima Isabel, en Villarmienzo, un pueblo de menos de 40 habitantes. Allí conoció a Constancia, “una mujer superbata, un alma inquieta, una poetisa que no tuvo acceso a la educación ni oportunidad para pensar en sus sueños”, y se la guardó en la cabeza. Un año después volvió al mismo pueblo con su equipo y, con la ayuda de su tía Conchi, que se convirtió en una de las modelos de sus fotos y le presentó al resto de mujeres, todas mayores de 80 años.

“Las conozco de toda la vida, porque es el pueblo de mis padres”, asegura Conchi, que recuerda aquellos días de julio en Villarmienzo como “una experiencia única y maravillosa que recordaremos siempre”, explica. Y eso que, cuando Herrero les contó lo que pretendía, alucinaron, pero poco a poco lo “fueron entendiendo y entraron en el juego”, continúa Conchi.

Revolucionadas

“Las revolucioné”, dice la fotógrafa, porque son mujeres aparentemente serias, “que nunca han jugado, que no se lo han podido permitir, que tienen ánimo de ayudar y que están siempre contentas”. Ella las invitó a entrar en su juego, a romper sus rutinas mentales, a sacar ese “surrealismo que no está a flor de piel” y a expresar su locura alrededor de la bata, el punto de partida que ha elegido para estudiar a las mujeres que la visten, dentro de un particular enfoque fotográfico que la autora define como “antropología fantástica”.

El segundo capítulo de este proyecto en torno a la bata tiene como protagonistas a mujeres gallegas fotografiadas en Vigo, mientras el tercero ya está en su cabeza: “Me gustaría hacerlo on line, que sea algo deslocalizado”.

“Durante el confinamiento he dado la vuelta al mundo fotografiando a gente de los cinco continentes en sus casas y creo que el tercer capítulo de Tributo a la bata debería hacerlo de esta forma”, explica, mientras busca financiación para continuar.

De momento, estas mujeres de Villarmienzo y las batas que diseñó para ellas Julen Ariztegui están vivas en las redes sociales y además forman parte de una exposición itinerante que la productora de eventos culturales Terra Espléndida expondrá internacionalmente.

“Las voy a llevar a todas por el mundo”, afirma Lucía Herrero, muy emocionada por la nueva dimensión que está cobrando su homenaje a las mujeres con bata. Además ofrece la posibilidad de comprar fotos firmadas y numeradas en luciaerrero.com para financiar el simbólico viaje de estas mujeres, que por fin saldrán de sus casas para dar la vuelta al mundo en bata.