LA marca Rolls-Royce maneja buena parte de los motores de muchos de los aviones en los que montamos. Y desde su sede en Derby, Reino Unido, una ingeniera bilbaina, Itxaso Ariza, trabaja por nuestra seguridad. “Soy la última responsable de la seguridad de vuelo de unos 550 motores que transportan 50.000 personas al día. Tomo las decisiones técnicas que sean necesarias para garantizar que la flota sea segura y que no se produzca ningún accidente”, asegura con aplomo Ariza desde Inglaterra. Ahora, esta profesional, de solo 37 años, acaba de recibir una de las medallas de más prestigio en el sector, la Ralph Robbins, que valora el talento en ingeniería y premia la excelencia en el liderazgo en el sector espacial.

Porque aunque la firma con el emblema de la doble R es famosa por vender algunos de los coches más lujosos de la historia, la multinacional está especializada en la fabricación de turbinas y motores de avión. En este campo aeronáutico, Ariza es una profesional destacada que realiza un trabajo complejo, difícil de explicar y mucho más de ejecutar. “Si trabajara, por ejemplo, de médico sería más fácil explicar a la gente qué hago en mi día a día, pero diré que a diario tomo un montón de decisiones técnicas. En Rolls-Royce hay un ingeniero jefe por cada tipo de motor que es la persona responsable de que se hagan las cosas bien y yo soy la encargada de los Trent 1000. Incluso para mis propios padres es complicado entender por qué trabajo tantas horas, por qué tengo que asistir a tantas reuniones y por qué viajo todo el día”, señala Ariza, intentando simplificar su tarea para explicarla a un público profano. Y es que es ella, por ejemplo, la que decide si se cambia el diseño o no. También es su competencia dar el permiso o denegarlo cuando una aerolínea quiere operar un motor en un entorno diferente al que Rolls ha certificado. Y, finalmente, si hubiera un accidente en un avión que vuela con sus turbinas, Ariza sería la primera persona a la que llamarían las autoridades para ver si el causante ha sido el motor.

Con estos antecedentes, es más fácil comprender por qué la Royal Aeronautic Society se ha fijado en esta vizcaina, estudiante de Lauro Ikastola, para ser acreedora de la medalla Sir Ralph Robins. La mayoría de los premios que otorga esta institución son para especialistas que hayan avanzado conocimientos en ingeniería o en tecnología aeronáutica. Pero esta medalla, en cambio, se concede a profesionales al principio o mitad de su trayectoria, con menos de 22 años de carrera profesional, que hayan demostrado las mejores dotes de excelencia de liderazgo en ingeniería. “Lo que me dijeron los del panel de la Royal Aeronautical Society es que ellos esperaban encontrar gente joven con mucho potencial que hubieran desarrollado proyectos importantes para la industria, pero lo que no esperaban es encontrar alguien de mi edad, con mis años de experiencia y con tanta responsabilidad”, argumenta. “De hecho, es un reconocimiento que valora un perfil en el que se toman decisiones. Está muy bien que haya especialistas pero alguien tiene que decidir”, subraya contundente.

Ariza reconoce que la primera sorprendida ha sido ella, evocando, con humildad, sus orígenes. “Recuerdo cómo he llegado hasta aquí. Estudié Ingeniería en Bilbao, como otra mucha gente, y decidí en el año 2005 de forma un poco casual solicitar una beca de unos meses porque Rolls-Royce tenía un acuerdo con la Escuela para que algunos estudiantes pudieran hacer aquí el proyecto de fin de carrera. Mi idea era estar unos meses y luego ir a Alemania porque mi alemán era peor. Pero Roll-Royce me dio la beca hace 14 años y, al final, mira dónde estoy”, dice, porque todavía hoy no se cree dónde ha llegado.