sE llama Dolores Agra Rodríguez, pero todos aquellos que la conocen y la quieren en el barrio coruñés de Os Castros, le dicen Loli. Esta empresaria alcanzará la jubilación con el innegable mérito de ser la mujer con más tiempo cotizado en todo el Estado. Nada más y nada menos que... 64 años. Porque ella empezó a rendir cuentas a la Seguridad Social con catorce años y ahora tiene 78. En su tienda coruñesa, Lencería Marta -el nombre comercial es el de su hija, una jubilada de banca- esta gallega de pelo cano y energía incansable da fe de por qué es una de las glorias de una actividad que tuvo un gran auge y en la que las clientes depositaban toda su confianza.

Loli tiene todavía el suficiente resuello para moverse con gran agilidad entre batas, camisones, pijamas, medias, calcetines y corsetería variada. Y eso que en su pequeño escaparate luce ya un colorido cartel que reza Liquidación por jubilación, ofreciendo suculentos descuentos en ropa de cama, vestidos, prendas interiores y de baño.

Desde febrero de 2019, cuenta a Efe mientras atiende a sus clientes, su situación es de jubilación activa, y en el mismo mes del próximo año obtendrá la definitiva y será su hijo Ricardo, que ahora la ayuda, el que se quede al frente, “hasta que se liquide todo, que es mucho lo que hay que liquidar”.

De momento, ella siente que hace falta en este establecimiento que abrió recién comenzada la década de los ochenta, pero antes ya había estado trabajando en una empresa similar, en la cual le pagaban 150 pesetas.

Echando la memoria hacia atrás en su prolífica vida laboral, Loli también recuerda cómo en un empleo anterior le pagaban doce pesetas y en negro. “Necesitaba el dinero, en mi casa hacía falta”, relata y celebra que en su andadura de autónoma siempre le haya ido muy bien y, sobre todo, que haya gozado de “buena salud”.

La economía precaria de su hogar está detrás de sus comienzos a tan temprana edad, porque con ironía dice que “pequeña” sigue siendo, “con muchos años, pero pequeña”, en alusión a su estatura. Y, valiéndose del mismo sarcasmo y del hecho de que no haya tenido enfermedades, bromea con que ella es una de las que hace valer el refrán aquel de “mujer enclenque, mujer para siempre”.

Pequeños placeres Después de una intensísima vida de trabajo, quiere disfrutar de la existencia y de los pequeños placeres, como el café, porque viajar ya lo ha hecho, y bastante. “Viajé mucho cuando mis hijos eran pequeños. Todos los años íbamos a París; mi nieta mayor trabaja ahora allí”, explica.

El trabajo en el que le hicieron su primer contrato era similar al que luego ha regentado, solamente que por aquel entonces “se vendían botones, hilos, encajes, dedales, cosas pequeñas, se cosía mucho... Y algo de lencería, pero poca”, nada que ver con la actualidad, precisa.

Dolores, Loli, luce en una de las paredes de este inmueble repleto de percheros, cajas y estantes la Medalla de Plata al Mérito en el Trabajo, con fecha del 13 de septiembre de 2016, ya que se le concedió cuando superó los 61 años de cotización. Ahí es nada.

Cuando le dijeron que le iban a dar esta condecoración, su hijo creyó que era guasa y que le estaban gastando una broma. Pero no era así, el reconocimiento sí era para Loli, la de ojos vivarachos, la del comercio al pormenor de toda una vida en la avenida del Pasaje, en la glorieta de los Castros de A Coruña. Y aunque tímida, asistió al acto de entrega de la medalla, algo tan merecido después de su prolija aportación al sistema público de pensiones.