EL secreto de una bonita casa está en las emociones y recuerdos de quien vive en ella. Esa es la filosofía con la que Raquel y María conciben Vivomicasa, una empresa de interiorismo sostenible. “Muchas veces con un pequeño cambio puedes darle una vuelta a un rincón de la casa. No hace falta gastarse mucho dinero. Es cuestión de rescatar del desván elementos que nos traen recuerdos”, explicaron Raquel y María, responsables de Vivomicasa.

Todo surgió con un café entre amigas; ambas son interioristas. Raquel es una apasionada de la historia de la evolución de la vivienda y diseñadora de interiores y lleva más de 20 años dedicados a esta profesión. María, es amante del arte y de la arquitectura, restauradora y diseñadora de interiores ha trabajado muchos años de andamio en andamio, devolviendo el esplendor a retablos que lo habían perdido. Forman el equipo perfecto y saben cómo plasmar en una pared o en un rincón esas emociones que llevamos dentro. Raquel y María ofrecen ayuda para realizar lo más básico hasta una reforma integral.

Una empresa sueca de muebles les unió y por circunstancias de la vida decidieron continuarla juntas dando forma a una empresa con la que disfrutan sacando del interior las millones de ideas que fluyen. “Lo que nos gusta es crear ambientes llenos de emoción, historias donde los protagonistas son las personas que viven en ella.

Según ellas mismas explican no hay casa perfectas, “lo que para uno es perfecto para otro resulta totalmente imperfecto”. Lo importante en un hogar es sentir que hay vida, que es la casa en la que uno se siente feliz y a gusto. “Muchas veces con un poco de ayuda un espacio puede cambiar totalmente. Es ahí donde entran en juego nuestro asesoramiento”, aclaran. En la mochila llevan una carta de emociones, asociada a colores, texturas... Lo que intentan desde el minuto uno es saber qué es lo que quiere sentir el cliente en ese espacio o habitación de la casa. Lo importante es conocer a la persona, mantener contacto, conocerla, saber qué le gusta y ayudarle así a crear los espacios que desea en su casa. “La parte de compartir es fundamental, tanto en los diferentes talleres de decoración que ofrecemos, como cuando nos contratan para el asesoramiento... el tú a tú es clave”. Pero eso sí, cuando a las personas se les plantea qué es lo que quieren sentir en su casa, hay quien se bloquea: “Es ahí donde sacamos la carta de emociones. Hay quien quiere armonía, pero te plantea pintar las paredes de diferentes colores. Hay que hallar un equilibrio”, dicen.

Cuando se gestó la idea, en aquel café entre amigas, Raquel y María llegaron a la conclusión de que el mundo del interiorismo solo acogía las reformas completas y que a veces solo con unas cuantas modificaciones el espacio o la estancia se puede cambiar completamente. “Sin mucho dinero se pueden hacer cosas. Muchas veces con un poco de formación y ayuda podemos asumir ciertas obras en el hogar que nos ayuden a conseguir ese rincón que desde hace tiempo nos gusta”, apuntan.

Las impulsoras de Vivomicasa acercan el interiorismo además de una manera sostenible, no solo despertando la creatividad de las personas, sino mostrando que los recuerdos parten de las cosas que ya tenemos en casa: “Si a uno le gusta el ganchillo de la amama, ¿por qué va a estar pasado de moda? Si nos despierta emociones le buscamos un hueco y lo colocamos”, apuntan. Formar parte de la propia transformación de un rincón o de un espacio de la casa aporta una gran satisfacción y si además, ese cambio llega añadiendo elementos que ya los tienes, pero que llevaban tiempo olvidados en el desván, mucho más. “Disfrutamos con esto y lo mejor, nuestros clientes también”.