DICE la leyenda que fue Noé el primer viticultor, consiguiendo lógicamente su vino de modo artesanal y muy ecológico, sin pesticidas, fungicidas ni abonos minerales sintéticos..., pero probablemente con un resultado final poco atractivo.

Al galdakoztarra Josu Urrutikoetxea, asesorado por el técnico Cristian Sorreluz, les atrae como a Noé ese punto eco para su viñedo, pero de sus artes vitivinícolas esperan un caldo final de calidad, un txakoli con frescura, un “Galanta” con el atractivo organoléctico de excelencia que enamore al degustador.

Su viñedo, en las laderas más soleadas de Galdakao, a 350 metros de altitud (“quizás sea el más alto de Bizkaia”) ocupa 12 hectáreas en una finca de 23 que rodea totalmente a la bodega, lo que facilita las labores.

La viña tiene ya ocho años y está en un momento óptimo para dar un salto de calidad, en opinión del técnico que lleva el proyecto para la elaboración del txakoli de la bodega Berez-Galanta. La finca pertenece al conocido grupo Ugaren, que posee la constructura Vusa, entre otras muchas inversiones, y al cumplir los cien años de actividad en su cuarta generación familiar desean diversificar la acción empresarial hacia la viña, “pero no hacia una viña más donde se busque la cantidad, no; lo que tratamos de conseguir es excelencia, que cuando se beba txakoli Galanta se reconozca por su calidad”, explica Cristian, asentido por Josu, director de la bodega, su sobrino Josu e Iker, integrantes del equipo.

Está claro que premios como el obtenido hace poco por Eneko Atxa al mejor vino blanco del mundo está poniendo los txakolis vascos, y concretamente el de Bizkaia, en la cúspide vinícola. Por esto el reto que se plantean en Galanta tiene su enjundia, “partiendo de esta situación de prestigio queremos aportar nuestro txakoli de manera específica; y la clave diferencial la queremos marcar en el tratamiento ecológico de todos los procesos. Posiblemente la cosecha de este año ronde los 30.000 kilos, que podrían estar en el mercado entre enero y febrero del año que viene. Pero esta cantidad que fácilmente podremos aumentar varias veces no es la meta, sino el reto”.

Un reto al que se quieren enfrentar trabajando el suelo con técnicas eco sin pesticidas, sin fungicidas ni abonos minerales, sino con formas tradicionales de tratamiento, pero utilizando en el laboreo la ozonización, una técnica empleada en viñedos en otros lugares, pero novedosa en Bizkaia y en la aplicación al txakoli. “El ozono es una forma alotrópica (tres átomos de oxígeno) que se forma, por ejemplo, durante las tormentas dejando un olor muy característico. Para obtenerlo utilizarán una máquina que en medio acuoso une oxígenos con descargas eléctricas; esta agua ozonizado se puede luego esparcir por la plantación, en las cepas. El ozono es un potente fitosanitario, insecticida y fungicida eficaz, que además no deja rastro de contaminación ni residuos secundarios, pues su único subproducto al descomponerse es el O2 que es bueno para el viñedo. Resulta algo totalmente ecológico y equilibrado medioambientalmente”, explica Cristian con el asentimiento de Josu.

Pero además de usarlo en el riesgo y en el tratamiento de hongos, bacterias y virus en el suelo y en las cepas, el ozono se emplea también en la desinfección de la bodega, en la limpieza de cubas y en la higienización global. “Por ahora somos los únicos que en la zona tratamos con ozono y con métodos orgánicos respetuosos con el medio ambiente. Con este planteamiento nuestro objetivo es obtener un producto final de calidad, que sea referente no solo por la etiqueta o el diseño estético de la botella, sino sobre todo por la excelencia del producto final, un txakoli de Galdakao”, dicen.

Si el ozono trabaja bien, a poco que el tiempo acompañe con lluvia justa y sol en armoniosa conjunción, esperamos catar pronto el txakoli Galanta. La cita, enero 2020.