PERSONAL

Nacimiento: Barcelona, 1956. Formación: Estudió Ciencias Empresariales y es doctor en Comunicación por la Universidad de Barcelona. Trayectoria: Durante más de treinta años ha compaginado la formación en centros universitarios con la práctica del periodismo en diversos medios de comunicación y gabinetes de prensa, especialmente de escuelas de turismo y oenegés. Imparte clases a numerosas empresas e instituciones a lo largo de la geografía del Estado. Experto en Inteligencia Emocional, actualmente imparte docencia en la Universidad Autónoma de Barcelona. Es profesor habitual de másteres y posgrados y autor del libro del Gran Teatro del Liceo de Barcelona y del de Cáritas.

Internet, citas y soledad son dos novelas en una. En la primera Jordi, un profesor universitario especializado en Inteligencia Emocional, conoce de una forma muy poco convencional a una mujer que acaba de abandonar una orden religiosa muy estricta en la que permanece desde la adolescencia. Entre ellos surge una relación que deberá superar normas que la mujer sigue cumpliendo en su día a día y que distan mucho de ser del siglo XXI. Finalizada esta relación, aparece en la vida de Jordi otra de características antagónicas a la anterior. En esta ocasión se trata de una mujer separada con dos niños pequeños y una depresión crónica que se manifiesta en una misandria, o aversión a los hombres. Para salvar la relación, Jordi tendrá que lidiar con esta patología, al tiempo que asume el cuidado de los pequeños. "Las dos relaciones me aislaron del mundo exterior, de mis hábitos y aficiones", reconoce sonriente Joan Massanés, el Jordi de la novela, que para ampliar su circuito social se introduce en el intrigante mundo de las citas por internet. En periodos intermitentes durante casi dos años, contactó con varias decenas de mujeres.

"La mayoría de las citas siguieron los parámetros convencionales, pero muchas de ellas derivaron en situaciones sorprendentes incluso para un experto como yo en habilidades interpersonales", reconoce. Para su libro, el profesor catalán envió o recibió más de cien e-mails, tuvo más de 80 contactos y más de 50 citas presenciales, un 40% de ellas "peculiares". "En la época de mis padres, los hombres eran cinco y hasta diez años mayores que sus mujeres. Hace diez años, cuando entré por primera vez en el portal, ellas buscaban un +/-3 años. Actualmente quieren hombres más jóvenes o, como mucho, de su misma edad", explica.

-Su novela se inspira en hechos reales, pero, ¿se trata de una obra de ficción?

Cuando volví a mi vida habitual tras haber cuidado a mi padre enfermo durante muchos años, me encontré con que muchas de mis amistados se habían alejado; tenían su vida y me sentí descolgado. La mayoría de la gente con la que me había relacionado empezaba a tener nietos pequeños, sus costumbres habían cambiado. Me di cuenta de que necesitaba volver a conocer gente, porque no tengo hijos ni estoy casado, pero soy una persona muy sociable. Como consecuencia del aislamiento, al igual que el protagonista del libro, Jordi, intenté recuperar mi vida social a través de un portal de amistades y parejas en Internet.

-En su entorno llamaría la atención que volviera a la vida social de este modo...

Soy soltero, pero no solterón. He tenido relaciones que al final no cuajaron, incluso estuve a punto de casarme, pero al final el enlace no se realizó. Profesionalmente me dedico a dar clases de Redacción en la Universidad de Barcelona y de Inteligencia Emocional aplicada a recursos humanos en empresas. Mis amigos sí estaban sorprendidos de lo que me estaba pasando, porque las citas por internet siguen siendo un universo desconocido todavía para muchos.

-Pero para usted fue una catarsis.

Salí muy desgastado y hubo relaciones que me hicieron mucho daño. Escribir este libro me ha liberado. Soy usuario de la ONCE, aunque no estoy ciego, pero veo poquito y no me muevo con agilidad en las redes sociales. No tengo ni Twitter ni Facebook, solo utilizo Linkedin por motivos profesionales y el mundo de Tinder lo desconozco. Decidí meterme en portales convencionales para conocer a gente, pero observo que mis alumnos, y no solo jóvenes de 20, sino también de 30, de los másteres, están interactuando en Tinder.

-Es muy habitual, pero no se cuenta.

A mí me daba vergüenza reconocer las citas por internet, aunque son tan dignas como cualquiera otra. Me asombraba que como profesor de Inteligencia Emocional me metiera en un portal. Me daba pudor.

-¿Como se explica el montón de mentiras que se cuentan en esos portales?

Empezando por las fotos que se muestran. No me he encontrado a nadie de las cien personas con las que he contactado cuya foto estuviera actualizada. La gente ya empieza mintiendo en la imagen. Algunos lo hacen por coquetería y otros porque no quieren ser recocidos. Personalmente, me daría apuro que me reconociera alguno de mis alumnos.

-Aunque sea un portal de amistades, ¿la mayoría busca pareja?

El 90% de las mujeres con las que contacté. El 10% restante dice buscar amistad, pero a partir de la cuarta o quinta cita ya te plantean el tema de pareja

-¿La primera cita es decisiva?

Si tu físico no es ninguna maravilla, como me ocurrió, ya no vuelven a quedar contigo. Te dicen: Lo siento, pero no hay química.

-¿Se recurre a esas citas por soledad?

Parecería que las personas que vivimos en ciudades grandes tendríamos que tener un montón de posibilidades de socializar porque se organizan numerosas excursiones, actividades culturales y de ocio, pero no es fácil conocer gente. Yo no iba a discotecas ni de joven. Internet me pareció un lugar digno para volver a la vida social, aunque hay que elegir muy bien el portal. Me he encontrado mucha soledad e incluso desesperación. Cuando una pareja rompe después de toda una vida junta, existe una gran desorientación.

-Se habrá encontrado de todo...

Sí, y por eso digo que hay que buscar bien la plataforma. Cuando entré tenía 56 años, ahora he cumplido 64, una edad en la que muchas parejas se separan, porque es el momento en el que los hijos se van de casa. Y aparece el tópico que los psicólogos definen como la segunda miel, en el que se reencuentran con la persona que han convivido y perciben que hay muchas incomunicaciones que han estado tapadas por los hijos. Por eso llegan los divorcios. Las mujeres que he conocido en el portal se quedan absolutamente desconcertadas. Igual se apuntan a una excursión o a un curso de teatro, lo que deberían de hacer porque les gusta, no para encontrar pareja.

-¿Hay muchas mujeres solas?

Una de la finalidades del libro es ayudar a esta gente. Modestamente, a lo largo de mi vida, a través de mis clases y de algunas onegés, he intentado combatir la soledad de los demás. Espero contribuir a que las personas que me lean no se sientan tan solas y, por supuesto, que no se vean como bichos raros.

-Después de su experiencia, ¿las recomendaría estos portales?

Teniendo mucha precaución y eligiendo bien el portal. Sin quererlo, me he convertido en un experto del tema. Internet, citas y soledad, te da una serie de pautas. Les diría que no entren a piñón fijo solo a buscar pareja, que accedan para incorporar también gente válida a sus vidas. Un consejo que doy: no quedes nunca con nadie sin haber hablado antes por teléfono, porque los correos y el whatsapp esconden muchas cosas.

-¿Y con mentalidad abierta?

Eso es clave, porque aunque no logren pareja pueden hacer amistades con las que forjar inquietudes, complicidades. Valoro mucho la amistad. Hay que sumar gentes válidas a nuestra vida, pero si te apuntas a estas plataformas solo pensando que puedes encontrar a tu pareja, sí o sí, te puedes llevar grandes desengaños.

-Por su experiencia, ¿qué perfil de usuarias conoció?

El perfil es muy amplio, pero lo que más me llamó la atención, ya lo he dicho, fue el engaño de las fotos. Es como lo que me cuentan quienes están en redes sociales, que sus usuarios solo publican el lado positivo de la vida, lo bonito. Además, lo de la foto es un engaño que se cae en la primera cita, cuando ves que la imagen es de hace cinco años. Una persona que se ha mentido en eso ya te predispone fatal.

-La mayoría de las personas son convencionales, educadas, correctas€ pero, ¿es difícil la atracción mutua en la primera cita?

Me he encontrado con muchas cosas peculiares. En el libro menciono 23 de las 50 citas que tuve. La mayoría de las mujeres fueron muy educadas, pero eso no tiene ningún interés narrativo. La gente va a piñón fijo, o pareja o nada. Hay mujeres a las que no les he atraído físicamente, pero a las que les he gustado y hubiera sido posible seguir viéndonos, pero me han dicho: Joan, yo ya tengo muchos amigos, lo que quiero es una pareja. Y eso, en la primera cita, es dificilísimo.

-¿Con qué problemas se encontró en sus citas?

Con que ellas buscan desde el primer momento pareja. Muchas no se dan cuenta de que para ellas también han pasado los años y su belleza exterior no es la misma que cuando eran jóvenes. A raíz del portal he hecho buena amistad con una chica que conocí en la adolescencia que se traía de calle a todos los chicos porque era un bellezón. Resulta que tras treinta años de matrimonio se ha separado. Y ahora está desesperada y no se da cuenta del tópico, que es verdad, de que con los años nos volvemos invisibles, sobre todo las mujeres. No le entra en la cabeza que no siga siendo atractiva para los hombres. Me hace sufrir porque es mi amiga y me cuenta las auténticas locuras que está haciendo por conocer a gente.

-¿Cómo cuáles?

Acudir a citas a ciegas a pisos en los que se toman líquidos y pócimas azules. No hay manera de que asuma el paso del tiempo y de que entienda que en la etapa madura de su vida tiene mucho que ofrecer, aunque su principal atractivo no sea su físico. Me sigue sorprendiendo que gente inteligente, madura, solo piense en el físico, porque hay otras cualidades. A la persona que en la primera cita no te atrae químicamente hay que darle otra oportunidad, conocerla, porque igual al final surge una buena amistad.

-Además, ¿a usted le veían como un bicho raro por ser soltero?

Ellas en su mayoría eran separadas o divorciadas. A todas les llamaba la atención y me preguntaban sobre mi soltería. He tenido muchas relaciones, pero nunca papeles. Es muy curioso, porque en el portal hay mucho pudor sobre la religión, más que por el sexo. La gente católica prefiere relacionarse casi antes con un divorciado que con un soltero. A los 55 años me veían rarito porque no había pasado por la vicaría.

-¿Estos portales reflejan la sociedad en la que vivimos?

Sí. El libro, según mis amigos, te saca más de una sonrisa, empezando por el nombre elegido por las mujeres para quedar: Afrodita, libélula verde, caperucita roja, estrella de mar, alma de bosque, solo una mujer, tu amaola, soy yo, selenita, genial€. Una de las anécdotas fue cuando quedé con una mujer en un bar del Ensanche de Barcelona y al entrar vi a mi vecina. Como me dio tanto apuro, me cambie de mesa. La mujer se retrasaba y la llamé por teléfono. Entonces me di cuenta de que el teléfono de mi vecina sonó. Era ella y nos reímos un montón.

-¿También ha visto la parte negativa de estas relaciones?

En la segunda cita me sentí utilizado por mi pareja, que era extranjera. Cuando la ayudé en todo lo que pedía, sobre todo en traducirle al castellano y al catalán su página web, un trabajo que me llevó más de cuatro meses, al día siguiente me plantó. Me quedé muy tocado; sentí que solo había estado conmigo por interés. Lo positivo del portal es que aunque las relaciones no funcionaran sí encontré parejas. No se consolidaron, pero las hallé. Por eso, recomiendo a quienes accedan a estas citas que busquen bien los portales. Además tienen que ir con una mentalidad de encontrar a una persona amable, porque el subconsciente es muy traidor. El escuchar muchas veces seguidas un no por respuesta también desgasta. Esto sin contar con las mentiras, los dobles juegos o que te sientas utilizado.

-La gente escribe porque tiene una historia que contar. ¿Ha sido este su caso?

Me animó mucho mi círculo de amistades, sorprendidos por mi entrada en el portal. No sé si lo habré conseguido, pero intento que la gente no se sienta sola, que no piense que les ocurre a ellos solamente. Desgraciadamente la soledad es un mal de estos tiempos que vivimos. La madurez es otra etapa de nuestra vida en la que igual encuentras a alguien con quien compartirla, pero si no, no hay por qué sentirte desgraciado. Me daría por satisfecho si les ofreciera con el libro una cierta complicidad para que no se encontraran tan solos.