STE relato está envuelto en la neblina del misterio desde sus orígenes, que se remontan, al decir de los historiadores, hacia finales del siglo XV o comienzos del siglo XVI, cuando aquel Bilbao medieval rompía sus murallas y se ensanchaba en pos del nuevo mundo. No en vano, a lo largo de los siglos XV y XVI Bilbao consolidó su posición comercial, convirtiéndose en el núcleo económico más importante del Señorío de Bizkaia. En este periodo se reforzaron los intercambios con los puertos del continente y se estableció el comercio con las colonias de América, una aventura migratoria en la que se enrolaron miles de vascos.

En 1511 se constituyó el Consulado de Bilbao, que sería la institución más influyente de la villa durante tres siglos. Se encargará de ejercer la jurisdicción sobre la ría, así como de los trabajos de mantenimiento y mejora. Gracias al Consulado, Bilbao se convirtió en el principal puerto del Mar Cantábrico. En ese tiempo arranca esta aventura.

Será hermoso recorrerla, cómo no. Pero permítanme que nos detengamos a principios del siglo XXI , entre los años 2008 y 2009, cuando Bilbao se esmera en el empeño de recuperar una huella de su pasado. Es un tiempo mucho más reconocible para todos ustedes. Recordarán la casona medieval de Urizar, denominada también caserío Gina, que era conocida entonces por las aves de corral -patos y gallinas en su mayoría...- que se pasean en su exterior junto a un viejo Seat 127, destartalado. Se ubicaba, ¿verdad? en los altos de la salida de Bilbao por Juan de Garay y el edicio, tan rural, era puro contraste con el Bilbao urbano.

No siempre fue así. En todos los documentos anteriores al siglo XIX se hace patente ese carácter rural de la Anteiglesia de Abando. Basta asomarse a los viejos grabados con las vistas de Bilbao (el de Muflin y Hogenberg de 1575) o a los planos anteriores a1850 para hacerse cargo de que, hasta esta fecha, y con las salvedades de los entornos de Bilbao la Vieja y el convento imperial de San Francisco o los astilleros situados en los bordes de la Ría, Abando no era otra cosa que una verde campiña salpicada por algunos caseríos.

Hay dos versiones sobre los orígenes de esta historia, una que la considera como una Casa Torre propia de los señores de la época que tenían a bien mantener disputas banderizas continuas con sus vecinos, otra que se inclinan por considerarla la casa de un rico agricultor que la edifica teniendo como modelo las casas de los señores de la época, las casas torre. Sea cual sea, es el único edificio de estas características que se mantiene en pie en Bilbao.

En ocasiones es señalada por diversos autores como la originaria casa-torre Urízar. Su disposición primitiva se ha visto afectada, en el tiempo, por su uso como caserío, lo que ha alterado, sin lugar a duda, la fábrica inicial que, de todos modos, fue objeto de una importante reestructuración en el siglo XVII. De la torre medieval subsisten algunos restos constructivos, con especial referencia a las ventanas apuntadas y saeteras existentes en las fachadas del edificio. Se cita a los titulares del mayorazgo de Larranburu, descendientes del comendador Martín de Arana, como los constructores de la vieja casa-torre, en los conflictivos tiempos de las guerras banderizas, aproximadamente a la mitad del siglo XV.

La segunda versión sobre esta torre de Irala asegura que no es una casa torre como tal sino más bien, una casa palacial, porque tiene una planta más ancha, con un volumen más apaisado, y la parte superior es un recrecimiento. Es un edificio que se rehízo casi íntegramente en el siglo XVII. Esta mirada habla de la mansión de un campesino acomodado, edificada en torno al año mil quinientos, cuando Bizkaia conoce una época de absoluto esplendor. Mucha gente imita a la casa que en ese momento es la más prestigiosa, la torre, y entonces construye una especie de torre pero más residencial, más cómoda, incluso en algunos casos más agropecuaria, acorde a los orígenes del propietario. He ahí las dos versiones contrapuestas sobre los orígenes.

Sea cual sea la verdad, esta relevante casona, junto con unas breves ruinas de lo que fuera, en su día, la casa solar de Mariaca en la zona de Eskurtze, de aquel Abando civil, medieval y renacentista, diluido, a finales del siglo XIX, en la urbanización y construcción del Bilbao moderno hoy conocido.

Hoy está catalogado como un espacio de Protección Especial, Nivel A y está ocupada por la Asociación de Jubilados del barrio de Irala. Durante las obras de rehabilitación de 2009-10 se sumó un nuevo misterio a esta historia. Ya iniciadas las mismas, uno de los operarios encontró otro tesoro incrustado en el barro de las inmediaciones del edificio: nada más y nada menos que 270 monedas de entre 1869 y 1937.

Se trata de una colección de monedas que aparecieron poco a poco, enterradas en el barro. Las piezas más antiguas de la colección, datan de la etapa del Gobierno provisional que se formó tras la revolución de La Gloriosa y muestran la imagen de España apoyada en los Pirineos. Hay un duro de plata con la efigie de Amadeo de Saboya, de 1871, y 22 del reinado de Alfonso XII. Llaman la atención las que retratan a Alfonso XIII de niño, denominadas pelones, que fueron cambiando de cara a medida que el rey crecía. Y las 36 pesetas del Gobierno vasco, con rostro de mujer, acuñadas durante la Guerra Civil. Fue el último guiño a la intriga de un espacio único.